Desde hace 8.000 años, en la región noroccidental del Mediterráneo, el tamaño de los animales salvajes y hogareños ha sido determinado por el medio ambiente y por la presión humana: la intensificación del impacto antropogénico ha marcado notables variaciones en los últimos 1.000 años.
Un amplio estudio arqueológico y ecológico desarrollado por el CNRS de Francia y que se publica en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) revela que, durante casi 7.000 años, la talla de animales salvajes y domésticos en el noroeste del Mediterráneo fluctuó de manera sincronizada con el clima y el ambiente.
Sin embargo, en el último milenio la tendencia cambió abruptamente: la selección humana y la presión sobre hábitats naturales jugaron un papel decisivo y divergente. En consecuencia, los animales domésticos tienden a volverse más grandes y los salvajes se hacen más pequeños, según detalla una nota de prensa.
La ruptura de un equilibrio natural
La investigación se apoya en 81.211 mediciones biométricas procedentes de 311 yacimientos arqueológicos en la Francia mediterránea. Los autores midieron huesos y dientes de especies domesticadas como ovejas, cabras, vacas, cerdos y gallinas, al mismo tiempo que variedades salvajes como ciervos rojos, zorros rojos, liebres y conejos. Luego cruzaron esos datos con registros paleoambientales, climáticos y arqueológicos para descubrir cambios morfológicos a lo largo de 8.000 años.
Durante el periodo que abarca desde el Neolítico temprano hasta la Antigüedad tardía, los tamaños de estas especies respondieron en paralelo a variaciones ambientales: fases más cálidas o con mayor disponibilidad de recursos coincidieron con individuos de mayor talla, mientras que períodos adversos con tamaños menores. Esa sincronía sugiere que, hasta entonces, el clima y la ecología fueron los motores principales de la evolución morfológica de los animales de la región.
Pero a partir de la Edad Media, hace aproximadamente 1.000 años, este equilibrio natural se interrumpió. Los animales domésticos experimentaron un aumento sostenido de talla asociado a prácticas humanas: reproducción selectiva orientada a una mayor productividad (más carne, más leche), intensificación ganadera y manejo dirigido de poblaciones. En paralelo, muchas especies salvajes muestran una tendencia a reducir su tamaño, ligada a la caza intensiva, la fragmentación y pérdida de hábitats naturales y la transformación del paisaje por la expansión humana.
Procesos actuales de vulnerabilidad
Los especialistas subrayan que este patrón no es solamente una curiosidad histórica: la talla corporal actúa como un «termómetro» de la relación entre sociedades humanas, fauna y ecosistemas. Los cambios en la morfología reflejan adaptaciones, rupturas en las redes tróficas y presiones antrópicas que pueden reducir la resiliencia ecológica.
Referencia
8,000 years of wild and domestic animal body size data reveal long-term synchrony and recent divergence due to intensified human impact. Cyprien Mureau et al. PNAS (2025). DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2503428122
De esta manera, el reconocimiento de cuándo y cómo la acción humana empezó a dominar la evolución morfológica animal ayuda a identificar procesos de vulnerabilidad con impacto en la actualidad, como pérdida de biodiversidad o variaciones en el comportamiento de las especies.
Los nuevos conocimientos aportan argumentos renovados para desarrollar estrategias de conservación que reduzcan la presión sobre poblaciones salvajes, y al mismo tiempo promuevan prácticas ganaderas menos erosivas para el entorno.












