Hind Rajab tenía solo 5 años cuando pasó a formar parte de los más de 18.000 niños asesinados durante el genocidio que Israel comete actualmente en Gaza. El 29 de enero de 2024 la niña viajaba en un coche junto a seis de sus tíos y primos cuando el vehículo empezó a ser acribillado por los tanques israelíes; poco después, todos excepto ella eran cadáveres. Durante las horas posteriores, el centro de emergencias de la Media Luna Roja intentó obtener autorización del ejército israelí para rescatarla, pero no fue posible: a las 19:30h de esa tarde se perdió todo contacto con ella, después de que una ambulancia enviada en su busca fuera bombardeada a escasos metros del lugar.
Ahora, la nueva película de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, ‘The Voice of Hind Rajab’, cuenta su historia desde la perspectiva de los cuatro voluntarios de la ONG que se enfrentaron a muros y muros de burocracia en su intento de enviar ayuda. Es una película entregada en cuerpo y alma a envolver al espectador en una sensación asfixiante de impotencia e indignación, y que no duda en usar todas las herramientas a su disposición para lograrlo. Su contundente eficacia en ese sentido garantiza sin duda que será uno de los títulos que figuren en el palmarés de la Mostra de Venecia que se anunciará el próximo sábado, y probablemente lo hará en una posición de privilegio.
“Nosotros nos preguntamos: ‘¿Es que no es suficiente?’. Suficientes matanzas masivas, hambre, deshumanización, destrucción y ocupación”, afirman los responsables de ‘The Voice of Hind Rajab’ en el comunicado que hoy han leído durante su encuentro con la prensa. “Esta película no es una opinión ni una fantasía. Está anclada en la verdad, y carga con el peso de todo un pueblo”.
Invitados sostienen un retrato de la fallecida niña palestina Hind Rajab durante la alfombra roja de la película «La Voz de Hind Rajab», presentada en competición en el 82.º Festival Internacional de Cine de Venecia / STEFANO RELLANDINI / AFP
Para recrear esa verdad, Ben Hania emplea una hibridación de documental y ficción similar a la que ya usó en ‘Cuatro hijas’ (2023), sobre la radicalización religiosa en el seno de una familia; aquí, en concreto, se sirve de alrededor de los 70 minutos de conversaciones telefónicas que en su día fueron grabados entre Hind y los voluntarios. En la mayoría de las escenas, los actores usan las mismas palabras que las personas reales a las que dan vida dijeron en su momento para interactuar con la verdadera voz de la niña-“Salvadme, por favor” y “Me estoy muriendo” son algunas de las palabras que lo oímos pronunciar-, y en algunos planos las imágenes de los actores son yuxtapuestas con las de sus modelos. Rodada íntegramente en las oficinas de la Media Luna Roja, la película consigue generar una atmósfera angustiosa a medida que los preciosos minutos de inacción siguen pasando, y nos hace partícipes de la frustración que los voluntarios sienten a causa de la distancia que los separa de la pequeña. En el proceso, resulta inevitablemente devastadora.
El uso de las citadas grabaciones es lo que aporta a ‘The Voice of Hind Rajab’ buena parte de ese poder desgarrador, pero también plantea interrogantes de índole ética a pesar de que la película fue producida con el apoyo de la madre de Hind. En su defensa cabe decir que, aunque apela a las emociones del espectador durante todo su metraje, en su mayor parte esquiva la manipulación; solo en sus últimos diez minutos, cuando se muestran imágenes reales del ataque a la ambulancia y al coche en el que la niña quedó atrapada, Ben Hania parece cruzar una línea. Si se le pregunta al respecto, probablemente responderá que el fin justifica los medios. “La verdadera pregunta es: ¿cómo hemos permitido que una niña suplicara por su vida? Nadie podrá vivir en paz mientras un solo niño se vea obligado a rogar por sobrevivir”, ha dicho hoy la directora, antes de dejar claro que el objetivo de la película es lograr “que la voz de Hind resuene por todo el mundo, y que nos recuerde el silencio que se ha construido alrededor de Gaza”. Imposible rebatir sus argumentos.
El ocaso de una diva
En su nueva película, que también compite este año por el Oso de Oro y que tiene muchas menos posibilidades de ganarlo que ‘The Voice of Hind Rajab’, el italiano Pietro Marcello vuelve a recrear un fragmento de una vida para reflexionar sobre los orígenes del fascismo en su país aunque, eso sí, de forma mucho menos incontestable que en la que hasta ahora es su obra más aclamada, ‘Martin Eden’ (2019).

La actriz italiana Valeria Bruni / Riccardo Antimiani / EFE
En concreto, ‘Duse’ contempla a la actriz teatral Eleonora Duse en los últimos compases de su vida, enfrentada a la ruina económica, el desdén del público y la enfermedad severa y testaruda en su búsqueda de refugio sobre el escenario. “No he querido hacer una biografía”, matiza Marcello. “Me interesaba retratar el alma de Duse en una época de grandes convulsiones históricas para explorar temas que me interesan: por un lado, el papel del artista frente a tragedias como la guerra, la pobreza y el dolor; por otro, las diferentes facetas de la relación entre el arte y el poder”.
‘Duse’ se niega a justificar la rendida adulación que dedica a su protagonista, por lo que no resulta fácil empatizar con sus aires de diva y su compromiso fanático en pro de su arte. A esa distancia con el personaje contribuye el histrionismo que en su piel derrocha la actriz Valeria Bruni-Tedeschi, que sin duda tiene sentido narrativo pero que no por ello resulta más fácilmente soportable.
Suscríbete para seguir leyendo