La educación infantil como motor de cambio
La educación de 0 a 3 años sienta las bases del desarrollo de niños y niñas, favorece la conciliación familiar y tiene un papel esencial a la hora de combatir la desigualdad. Por eso, para Aldeas Infantiles SOS es fundamental.
Hay una etapa de la vida en la que el entorno lo es todo. La franja de edad entre 0 y 3 años suele quedar fuera de las conversaciones sobre educación, pero para Aldeas Infantiles SOS es fundamental. Por eso, gestionan cinco Centros de Educación Infantil, desde los que se acompaña a 278 pequeños y a 242 familias.
Están en Cuenca, Granada, Madrid, Santa Cruz de Tenerife y Zaragoza, y en todos ellos se mezcla la atención educativa con el cuidado personal. Niños y niñas de familias muy distintas comparten espacio. Unos necesitan conciliar, otros han llegado derivados por Servicios Sociales. Esa mezcla favorece entornos más abiertos e inclusivos. Se trabaja con ellos desde un enfoque de desarrollo global: emocional, físico y cognitivo. Se usan metodologías como las inteligencias múltiples o la estimulación multisensorial, pero sin academicismos innecesarios. Con naturalidad, con cariño. Lo importante es que esos años tempranos sirvan de base, no de desventaja.
Lo que no cabe en una mochila
Para los niños que crecen en contextos vulnerables, las dificultades educativas no son nuevas. Pero sí se agravan cuando la brecha digital se mezcla con la desigualdad económica. No acceder a actividades extracurriculares, necesitar más apoyo para hacer los deberes, no contar con un lugar tranquilo para estudiar… todo eso pesa.
El absentismo escolar y el abandono temprano no son casualidad, son síntomas. Y para cambiarlos, hay que ir más allá de entregar cuadernos. Aldeas Infantiles SOS lo sabe y por eso trabaja a largo plazo. No está solo en septiembre, ni solo con lo material.
Está cuando hay que repetir curso. Cuando hay una crisis familiar. Cuando falta hasta la comida de la merienda. Está también cuando un niño necesita hablar o cuando una madre necesita respirar. En un curso que empieza más desigual que nunca, esa constancia es lo que realmente marca la diferencia.

Se trata de crecer
Acompañar la vuelta al cole no debería ser una acción solidaria, sino una responsabilidad compartida. Aldeas Infantiles SOS no sustituye al sistema educativo. Lo complementa, lo refuerza, lo apoya. Sobre todo, en los márgenes. Allí donde el sistema no llega del todo, o llega tarde.
Porque si hay algo claro, es que la educación no debería ser un privilegio, ni una carga imposible. Es un derecho. Uno que debe garantizar, también, cuando las circunstancias personales no lo permiten. Este año, miles de niños y niñas no habrían podido empezar el curso con lo necesario si no fuera por este tipo de iniciativas. Y aunque llenar una mochila no cambia todo, puede ser el primer paso para que sí cambie algo.