El buque que trasladaba 15.000 vacas suministró cocaína a la mayor red de narcolanchas del Estrecho: «Recogimos 41 fardos»

En abril de 2024, una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía Nacional desmanteló «la mayor red de narcotransportistas del Estrecho».

Así la calificaron agentes de ambos cuerpos, tras la detención de un total de 31 personas. También se incautaron de más de 1.400.000 euros en efectivo, 19 coches de alta gama, relojes y joyas.

Este grupo criminal no sólo se valió narcolanchas para el transporte de droga. De hecho, la investigación contra la red se inició cuando sus miembros trataron, sin éxito, de recoger los 6.000 kilos de cocaína que trasladaba un submarino procedente de Sudamérica.

Poco antes, de su fin, este grupo criminal sí logró hacerse con 41 fardos suministrados por un buque que también trasportaba más de 15.000 vacas vivas desde Colombia hasta Egipto.

El enorme barco se detuvo en Canarias para repostar, lo que generó malestar entre los vecinos de las islas debido al mal olor de los kilos de excrementos del ganado.

La entrega de la droga se produjo frente a la costa marroquí, cuando el buque-granja retomó su ruta. Alguien lanzó por su borda 44 fardos y una narcolancha recogió del mar todos menos tres. En total, rescató 1.200 kilos de cocaína.

EL ESPAÑOL ha tenido acceso al sumario íntegro de la causa judicial contra esta red, actualmente en manos de la Audiencia Nacional.

Meses atrás, debido a su magnitud, el caso fue enviado a Madrid por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de San Lúcar de Barrameda, el que inició la investigación.

Entre los miles de folios que componen el sumario, un informe de la Policía Nacional transcribe las conversaciones mantenidas entre dos de los narcotraficantes antes y después de recoger la droga que lanzó al mar el buque ganadero.

El suministro se produjo el 4 de abril de 2024, pocos días antes de que la red criminal fuera, finalmente, desarticulada.

Cuando sólo quedaban instantes para recoger la cocaína, uno de los miembros del clan telefoneó a Gordo, un narcotraficante considerado como el jefe del mismo.

De hecho, este último se encargaba de coordinar las operaciones desde una gran mansión en Portugal, donde la Guardia Civil y la Policía sitúan el centro de control de la red.

La conversación, transcrita en el informe policial, se produce tal que así:

Miembro de la red: Pegados a su culo estamos.

Gordo: ¿Ya estáis a quinientos metros?

[ininteligible]

M: El Bader III [nombre del buque que trasportaba las 15.000 vacas]

G: Sí, ese es, sí.

M: En su culo estoy, estoy pegadito a él.

G: Venga, voy a llamar, no te vayas de ahí.

La Policía fecha a las 00:40 horas del día 4 de abril de 2024 la entrega del estupefaciente, en las coordenadas geográficas 33.235339, -9.669306, cerca de Marruecos.

Dos horas después, el miembro de la red vuelve a llamar a Gordo, quien pregunta cuántos fardos han recogido.

G: ¿Cuarenta y cuatro?

M: ¡Estamos recogiendo, hermano, que se nos han enredado!

G: Ah, vale. Me han dicho que van [en el buque] 44.

(…)

M: Nos faltan aún unos diez por recoger.

G: Vale.

Sin embargo, la narcolancha sólo recoge 41. Faltan tres. El miembro de la red vuelve a llamar a Gordo para darle la noticia.

M: Cuarenta y uno

G: ¿Cómo?

M: Tres de ellas venían abiertas. (…) Vienen las cajas abiertas y tuvimos que coger los paquetes de kilo por el agua.

En ese momento, coge el teléfono un hombre, con acento del Este, al que la Policía denomina «el notario del estupefaciente», encargado de supervisar el suministro de la droga.

Gordo se excusa y menciona que va a telefonear a «esta gente» —a quienes no identifica— para quejarse del estado de los tres fardos restantes. Están abiertos. Su contenido se diseminó por el agua y narcolancha no lo pudo recoger.

Para cubrirse las espaldas, el jefe de esta red ordenó a sus subordinados que grabasen un vídeo con sus móviles en el que se aprecie que hay tres fardos rotos.

«El piloto se ha roto la boca»

Los momentos previos a la recogida de los fardos contaron con algún contratiempo. Durante unas horas, la narcolancha se mantuvo agazapada, silenciosa, escondida de las patrulleras, antes de encender motores y perseguir al Bader III.

En una conversación telefónica previa a la recogida de la droga, el subordinado le cuenta a Gordo que la embarcación neumática lleva a bordo 17 bombonas de gasolina.

Miembro de la red: 17 petacas tenemos.

Gordo: Pues llena y déjate alguna encima, por lo que pueda pasar.

(…)

M: Nosotros estamos a treinta millas (…), por si nos sale cualquier fragata o algo, poder jugar con ella.

G: Vale, perfecto, estáis ahí de puta madre. Ahora, apagad los motores, que es de día y a esperar.

Dos horas más tarde, el miembro de la red vuelve a llamar a Gordo. Le comunica que, debido a un golpe de mar, el piloto de la lancha, un joven gallego, se ha partido tres dientes.

Entre risas, Gordo le avanza que en unas horas podrá morder uno de los fardos de cocaína con los que pretenden hacerse, ya que esta droga tiene efectos analgésicos. 

M: El colega, el piloto…

G: ¿Qué?

M: Se ha roto la boca, los dientes. Tiene dos… tres dientes rotos y tiene ahí los hierros al aire…

(…)

G: Ja, ja, ja. ¿Y qué quiere que haga?

M: Nada, para que cuando, si Dios quiere, recojamos y soltemos, le prepares un cambio.

G: Ozú (sic), eso es complicado. Ya se lo expliqué. Se tienen que quedar [en la lancha] éste y otro más.

M: Anda… Se lo digo, a ver qué dice.

G: Pues nada, tendrá que callarse la boca, ja, ja, ja. (…) Dile que ahora, cuando, si Dios quiere, recoja eso, que le dé un bocao a uno [de los paquetes de cocaína]…

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