«Los inversores ya no pueden confiar en los bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo para protegerse durante las ventas masivas de acciones«.
Es una de las tres lecciones de inversión que han aprendido los expertos del BlackRock Investment Institute (BII) en un 2025 muy agitado para los mercados.
Las otras dos lecciones son que «los principios inmutables siguen vigentes, pero la confianza cambia rápido«; y que «las megafuerzas no impulsan rentabilidades lineales«.
Según su análisis, «varias anomalías del mercado este año refuerzan nuestra convicción de que no se trata de un ciclo económico más, sino de una transformación económica con un final incierto«.
En este sentido, señalan que «los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 30 años han aumentado incluso mientras los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos años han caído, una situación inusual que refleja el deseo de los inversores de obtener una mayor compensación por mantener bonos a largo plazo«.
«Y aunque la incertidumbre comercial alcanzó un máximo histórico y los mercados estuvieron agitados en abril, esto no se tradujo en una volatilidad sostenida; de hecho, la volatilidad implícita de bonos y acciones cayó a su mínimo en varios años», añaden.
«De igual manera», relatan, «los mercados han ignorado en gran medida los aranceles: aunque más altos que a principios de año, ahora son mucho más bajos de lo que temían inicialmente. Estos altibajos demuestran la importancia de ver más allá del ruido y utilizar un marco para comprender el panorama general».
DIVERSIFICADORES CADA VEZ MÁS ESCASOS
Desde BlakcRock, señalan que «los diversificadores fiables son cada vez más escasos en un mundo cambiante«. Así, consideran que «los inversores ya no pueden confiar en los bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo para protegerse durante las ventas masivas de acciones».
Sobre todo porque «los movimientos de rendimiento han roto con las normas prepandemia a medida que aumentan las preocupaciones fiscales, con los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 30 años subiendo mientras que los de los bonos a dos años bajan, lo que refuerza nuestra preferencia por los bonos del Tesoro a corto plazo«.
También destacan que «los rendimientos globales siguen este patrón, aunque la depreciación del dólar ofrece cierta protección a los inversores estadounidenses».
Y resaltan que «el oro se ha disparado a medida que los inversores buscan otras formas de construir carteras resilientes; de hecho, los bancos centrales extranjeros ahora poseen más oro que bonos del Tesoro estadounidense».
Así, creen que «bitcoin, las estrategias de fondos de cobertura y los activos privados también pueden proporcionar diversificación» a las carteras.
«EL MUNDO NO CAMBIA RÁPIDAMENTE»
La segunda lección que han aprendido estos estrategas es que, «ante la inestabilidad, vale la pena (por ahora) confiar en los principios económicos inmutables que hacen que el mundo no pueda cambiar rápidamente«.
«Esto nos permitió aprovechar las oportunidades tácticas generadas por las fluctuaciones de la confianza, mientras los mercados intentaban inferir el significado de los datos a corto plazo para la trayectoria de la economía», comentan.
Por ejemplo, recuerdan que «las acciones cayeron y los rendimientos se dispararon después del 2 de abril, pero creíamos que las leyes inmutables (como la dependencia de la financiación extranjera constante para la sostenibilidad de la deuda estadounidense) impedirían la postura máxima propuesta sobre los aranceles, por lo que rápidamente retomamos una postura de riesgo antes de que la confianza mejorara».
EXPOSICIÓN A GRANDES FUERZAS
Por último, después de apostar claramente por las empresas americanas expuestas a la inteligencia artificial a principios de años, afirman que «la exposición a las grandes fuerzas debe ser meditada, no indiscriminada. Creemos que grandes fuerzas como la IA serán impulsores clave de la rentabilidad, pero captarlas requiere un seguimiento constante: de su evolución y de lo que los mercados han descontado».
En el caso de la IA, creen que «nos encontramos en la primera de tres fases: desarrollo, adopción y transformación. El enorme gasto en IA está impulsando oportunidades de inversión en la fase de desarrollo, pero las oportunidades serán diferentes en las dos últimas fases, y estas fases pueden llevar tiempo, si es que llegan a ocurrir. Esta incertidumbre exige adaptabilidad a la información que llega».
En este sentido, reconocen «la necesidad de reevaluar la inversión en tecnología estadounidense después de que el modelo DeepSeek de China, aparentemente más eficiente, provocara una caída de las acciones tecnológicas».