El primer ministro eslovaco, Robert Fico, se ha convertido en el único jefe de Gobierno de la Unión Europea que asiste en Pekín a los actos organizados con motivo del 80º aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
Comparte escenario con el presidente chino, Xi Jinping, y con el líder ruso, Vladímir Putin, en unas celebraciones en las que participan también representantes de Corea del Norte e Irán. Lo que los occidentales conocen, coloquialmente, como el Eje del mal.
Ni siquiera Emmanuel Macron y Viktor Orbán, que el año pasado recibieron a Xi durante su gira continental, están. Sí ha acudido el serbio Aleksandar Vučić, candidato a la UE, quien juega a la equidistancia.
Un asesor del presidente subrayó al Financial Times que la participación en Pekín no implica un viraje estratégico.
Fico justificó su asistencia argumentando que “se está creando un nuevo orden mundial” y que “participar en estas conversaciones significa respaldar el diálogo y no actuar como un niño ofendido”. El primer ministro rechaza que su viaje suponga un giro en la política exterior eslovaca, pero sus reiteradas coincidencias con el Kremlin han alimentado las críticas tanto en el seno de la UE como en Kyiv.
El encuentro con Putin ocupó buena parte de la agenda de Fico en la capital china. Ambos celebraron el incremento de los suministros energéticos a través del gasoducto TurkStream, que conecta Rusia con el sur de Europa.
“Quiero agradecerle los envíos seguros y regulares que recibimos”, dijo el jefe de Gobierno eslovaco, que cifró en 4.000 millones de metros cúbicos anuales el volumen de gas ya canalizado hacia su país.
Bratislava apenas ha diversificado sus fuentes de abastecimiento desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania en 2022, a diferencia de la mayoría de sus socios comunitarios, que aceleraron acuerdos con proveedores alternativos como Noruega, Estados Unidos o Catar.
Junto con Hungría, es uno de los pocos Estados de la UE que sigue recibiendo crudo a través del oleoducto Druzhba, una arteria que mantiene viva su conexión energética con Moscú.
Durante el cara a cara, Putin aprovechó para acusar a Ucrania de intensificar los ataques contra instalaciones energéticas rusas y defendió limitar el acceso de Kyiv a las importaciones de gas y electricidad desde Europa del Este.
“Que les corten los suministros y entenderán que hay límites a su comportamiento”, afirmó el mandatario ruso.
La narrativa del Kremlin choca con la realidad sobre el terreno: en 2024 Moscú lanzó decenas de ataques con drones y misiles contra la red eléctrica ucraniana.
Fico no le corrigió. Se limitó a insistir en que Eslovaquia pretende “normalizar” sus vínculos con Moscú y “ampliar” la cooperación económica.
Putin at the meeting with Fico: Russia had been patient for a long time, not responding to Ukrainian attacks at Russian power infrastructure, but now it is responding with full force
(Russia started attacks against Ukrainian power infrastructure when Ukraine even not had… pic.twitter.com/s2hwagFmtD
— Liveuamap (@Liveuamap) September 2, 2025
El primer ministro, que gobierna de nuevo desde 2023, ya había mostrado su disposición a bloquear la entrada de Ucrania en la OTAN, aunque se ha declarado favorable a su adhesión a la Unión Europea.
Esa doble postura, que combina la retórica soberanista con el pragmatismo comunitario, le ha permitido presentarse como defensor de una política exterior “independiente”.
El líder eslovaco tiene previsto reunirse esta semana con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, para trasladarle su preocupación por los ataques contra la infraestructura energética.
El Druzhba atraviesa territorio ucraniano antes de abastecer a Hungría y Eslovaquia, y Bratislava teme que los bombardeos pongan en riesgo un suministro considerado vital. Fico ha calificado esos ataques de “inadmisibles”, una expresión que ha causado malestar en Kyiv y que lo distancia aún más de las posiciones dominantes en el Consejo Europeo.
El viaje a China se inscribe también en un contexto diplomático más amplio. Pekín intenta proyectarse como garante de la estabilidad global y como contrapeso al liderazgo estadounidense. La presencia de Putin y de varios dirigentes de países no alineados refuerza esa imagen.
Para Xi, contar con la asistencia de un primer ministro de la UE supone un triunfo simbólico. Proyecta que su estrategia de tejer alianzas selectivas en Europa da frutos, al margen de sus choques con Bruselas.