La industria de la avarca menorquina, en alerta ante la caída de ventas y la pérdida de empleos

 La industria tradicional del calzado menorquín atraviesa momentos de incertidumbre. Fabricantes como MIBO, con sede en Es Migjorn Gran, han visto caer sus ventas de forma preocupante en los últimos años, especialmente desde la pandemia. La situación ha obligado a reducir personal y adaptar estructuras para poder mantener la actividad.

En el caso concreto de MIBO, la plantilla ha pasado de unos 28 a alrededor de 20 trabajadores en el último año, lo que refleja el impacto directo de la bajada de la demanda. Este descenso está estrechamente ligado a la presión de un mercado globalizado, cada vez más saturado de imitaciones y productos de baja calidad que compiten en precio pero no en origen ni en elaboración.

 La falta de control sobre el sello y la presión del mercado  

Uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la industria local es la poca regulación efectiva del uso del distintivo «Avarca de Menorca», impulsado por el Consell Insular para proteger y diferenciar el producto autóctono. A pesar de existir un sello oficial que garantiza que el calzado ha sido producido en la isla siguiendo métodos tradicionales, en muchos puntos de venta se ofrecen productos identificados como menorquines sin cumplir estos requisitos, generando confusión entre los consumidores.

La guerra de precios acentúa aún más la crisis. En la Península, algunos fabricantes de Zaragoza ofrecen abarcas a unos 20 euros, pero sin los materiales de calidad que distinguen a las producidas en Menorca. A ello se suma que, según ha podido comprobar COPE Menorca, en tiendas online de origen chino se venden como “menorquinas” modelos que llegan a costar apenas 5 euros, una competencia imposible para los productores locales.

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