Emma Thompson, el antiligue de Donald Trump

Emma Thompson.

Cada fanática de las historias de amor tiene su escena cinematográfica megarromántica favorita, un placer culpable muy al margen de las opiniones de críticos y catedráticos de cine. La mía está al final de Sentido y sensibilidad. La señorita Elinor Dashwood, que ya lo ha dado todo por perdido, prorrumpe en un incontrolable llanto cuando el señor Edward Ferrars se presenta en su saloncito y aclara los terribles malentendidos y… ains… Adoro a Emma Thompson desde antes y desde entonces. Ganó el Oscar en 1996 por el guion adaptado de la maravillosa novela de Jane Austen, y tuvo una nominación como actriz protagonista por esa joven con carácter que hacía tan buena pareja con Hugh Grant. Hace unas semanas, la estrella británica desveló que tres años después de que se rodara la secuencia antedicha, el día exacto en que se formalizó su penoso divorcio del actor Kenneth Brannagh, Donald Trump la llamó por teléfono para invitarla a salir. Increíble pero cierto. No se me ocurre una forma mejor de rendir homenaje a Jane Austen, diosa de los flechazos y los finales felices, al cumplirse 250 años de su nacimiento que la anécdota de las calabazas que recibió el magnate.

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