China demuestra su poder militar acompañado por Putin y Kim Jong-un en el aniversario del fin de la II Guerra Mundial

Xi Jinping ha desplegado todos sus encantos diplomáticos para proyectar su propia visión del mundo, una muy diferente a la que propone Occidente. El presidente chino ha aprovechado que Donald Trump está sumiendo en el desconcierto a parte del planeta —aliados incluidos— a golpe de aranceles y amenazas, para rodearse de un puñado de líderes afines con los que empezar a moldear ese nuevo orden internacional. Líderes, en su mayoría autoritarios, con los que ha compartido sonrisas y gestos cómplices.

El dictador norcoreano, Kim Jong-un, el ruso, Vladímir Putin, y el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, entre otros, han sido los elegidos para flanquear a Xi este miércoles durante un desfile militar en Pekín para conmemorar el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial tras la rendición de Japón.

Kim ha debutado así en su primer gran evento multilateral acompañado de su hija Ju Ae, a quien la inteligencia surcoreana considera su sucesora más probable y que ha hecho su debut internacional.


Xi Jinping junto a Vladímir Putin y Kim Jong-un antes de iniciarse el desfile militar por el 80 aniversario del fin de la II Guerra Mundial en Pekín.

Reuters

La celebración ha dejado una imagen para la historia: los mandatarios de estos cuatro países reunidos por primera vez en el mismo lugar. Y no en uno cualquiera, sino en la simbólica plaza de Tiananmen, donde se han congregado más de 50.000 espectadores que han presenciado un espectáculo de 70 minutos de exhibiciones aéreas, equipo militar de vanguardia, como misiles hipersónicos, drones y tanques equipados y miles de soldados caminando a paso de ganso.

La excusa —celebrar la victoria del pasado— ha servido también como un aviso para el futuro y para Occidente. Una demostración de poderío militar, a la que también han asistido el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko o el jefe de la junta militar de Myanmar, Min Aung Hlaing, que arrastran un nefasto historial de violaciones de los derechos humanos.

De hecho, según la organización Freedom House, sólo siete de la casi treintena de países representados en el evento son considerados libres o parcialmente libres.

Ataviado con un traje al estilo del exlíder Mao Zedong, Xi ha saludado a los líderes asistentes, incluyendo al indonesio Prabowo Subianto, quien ha hecho una aparición sorpresa a pesar de las protestas generalizadas en su país.

Soldados chinos durante el desfile militar en Pekín.


Soldados chinos durante el desfile militar en Pekín.

Reuters

Ningún mandatario europeo se ha dejado ver en la conmemoración, con la excepción de Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, un país europeo y miembro de la OTAN. El dirigente populista, que junto al húngaro Viktor Orbán es el aliado europeo más cercano al Kremlin, ha aprovechado la ocasión para mantener una reunión bilateral con Putin, en la que han abordado el suministro de gas ruso a su país, pese al aislamiento impuesto por Europa a Moscú por la invasión de Ucrania.

La previa de Tianjin

El domingo, Xi ya ofreció un primer esbozo de esa «alianza antioccidental» con la celebración en la ciudad china de Tianjin de una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un foro de seguridad que contó con la presencia destacada Putin y el primer ministro indio, Narendra Modi.

Según explicaba Claus Soong, analista de MERICS «China y Rusia están utilizando instituciones multilaterales como OCS para reforzar su coordinación estratégica y construir una nueva narrativa con la que remodelar el orden mundial». De hecho, tras la reunión, Xi y Putin sellaron su «amistad sin límites» con la firma de varios documentos, entre los que se incluye un acuerdo energético y la creación de un nuevo gasoducto.

Aliados también en combate

La celebración también ha servido para propiciar un esperado cara a cara entre otros dos aliados: Vladimir Putin y Kim Jong-un. Sus lazos se han estrechado en los últimos años, impulsados por el aislamiento internacional de Rusia tras la invasión de Ucrania. Kim, que rara vez abandona Corea del Norte, ha realizado un viaje de 24 horas en su tren blindado para asistir al encuentro.

Existen varias evidencias de que Corea del Norte ha suministrado municiones, armas e incluso soldados para apoyar el esfuerzo bélico ruso, a cambio de tecnología avanzada y ayuda humanitaria. Sin ir más lejos, este mismo martes, el Servicio Nacional de Inteligencia (NIS) surcoreano ha avisado que el régimen de Pyongyang prevé enviar otros 6.000 soldados a la guerra.

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