En el debe del Deportivo 24-25 estaba la capacidad del equipo para puntuar por encima de lo merecido. Para sumar en partidos en los que todo salía mal. Antonio Hidalgo movió y movió el árbol, con más fe (y mimbres talentosos) que un plan definido. Cuatro atacantes, un conjunto descosido y pocas ideas sobre el tablero para dominar a un Leganés superior durante más de una hora que, en el único momento de flaqueo, se sostuvo en pie gracias a Juan Soriano.
El Dépor en 5-3-2 del primer tiempo se chocó de frente contra una pared. No fue capaz de soportar el intercambio de golpes ante un púgil que le doblaba en onzas. El descontrol le sentó mal y solo unos momentos de luz sirvieron para generar las tres ocasiones claras que se repartieron Yeremay y Villares. A cambio, cada puñetazo del Leganés mandó a los de Hidalgo a la lona. Un despiste inicial para no repetir; una clara falta de contundencia que sale cara.
Hidalgo dio entrada a Stoichkov y Mulattieri en la delantera. Ximo para la diestra, donde se proyectó una y otra vez. No había conexión. Sí buenos peloteros. No se imponía un plan, hasta que Yeremay y Mella coincidieron en la misma banda. Luismi trasladó al de Espasande al lateral. Un centro medido. Un gol de Mulattieri, hasta el momento inconexo y perdido. Su tanto le despertó. Forzó una amarilla a Jorge Sáenz y, poco después, un penalti. Por segunda vez Yeremay le buscaba por arriba. Un debe pasado. La primera no llegó, la segunda, se quedó por el camino. Picó Marvel con una pena máxima que permitió al 10 estrenar su cuenta goleadora. El Dépor aceptó el empate. Quizá no lo había merecido, pero en Segunda hacen falta muchos puntos de este estilo.