El tiempo, que todo lo arrasa, parece detenerse tras los muros de piedra del Jardín Sitio Litre. En el corazón del Puerto de la Cruz, una casa del siglo XVIII oculta un jardín donde los siglos conviven en silencio, y en medio de ese tapiz de flores, dragos y orquídeas se alza un árbol que ha tejido su propia leyenda: el drago más antiguo de la ciudad.
El profesor de Biología y divulgador @biolomarcos lo cuenta así en redes: “Soy de Tenerife y no sabía que en el Puerto de la Cruz hay una casa con mucha historia. Lo más valioso hoy es su jardín, considerado de los más antiguos de Canarias, y su secreto mejor guardado es este drago, al que algunos atribuyen 600 años de vida, anterior incluso a la conquista”.
Una mansión con historia de vino y viajeros
Construida hacia 1730, la casa fue en sus orígenes sede de una compañía holandesa de exportación de vinos. Décadas más tarde, en 1774, la adquirió el comerciante inglés Archibald Little, cuyo apellido se transformó en “Litre” en la lengua popular y acabó dando nombre a la finca.
Desde entonces, la propiedad se convirtió en punto de encuentro de viajeros ilustres. Por sus senderos pasaron científicos como Alexander von Humboldt, médicos como William Wilde padre del dramaturgo Oscar Wilde y exploradores como Richard Francis Burton, el mismo que tradujo al inglés Las mil y una noches.
También se dejó cautivar por sus rincones la escritora Agatha Christie, que encontró en la frondosidad del lugar la inspiración para uno de sus relatos más singulares, El enigmático señor Quin.
El jardín más antiguo del Puerto
El Sitio Litre presume de tener uno de los jardines privados más antiguos de Canarias, un auténtico museo vivo de la botánica. Entre sus senderos florecen especies exóticas traídas de todo el mundo y tesoros de la flora macaronésica, como orquídeas, buganvillas y ejemplares centenarios que parecen contar historias a quien se detiene a escucharlos.
Pero la joya indiscutible es el drago que resiste en el corazón del jardín. Sus ramas retorcidas y su porte majestuoso han alimentado la discusión sobre su edad real. Algunos hablan de seis siglos, lo que lo situaría en la época previa a la conquista de Tenerife. Otros cálculos, basados en métodos empíricos, lo acercan a los 200 o 300 años.
Drago con siglos de historia / Jardín Histórico y de Orquídeas, Sitio Litre
Ciencia y leyenda ante un mismo árbol
“Para orientarnos existe una regla popular: contar sus periodos florales y multiplicar por quince. Ese número, sin ser exacto, nos da una pista”, explica el profesor de biología. Con este cálculo, el drago rondaría los dos siglos.
Sin embargo, si se observa la pintura que la botánica Marianne North realizó en 1875 durante su estancia en Sitio Litre, y se aplica la misma regla, el resultado sería de unos 120 años.
El divulgador lo aclara: “Esto es solo una estimación. No es un método de datación preciso. Para conocer su edad con rigor harían falta técnicas científicas como el radiocarbono y un estudio bien diseñado”.

Estancia de Marianne North / Wikipedia
La leyenda, en cambio, va más allá. Hay quienes sostienen que el árbol vio crecer a la propia ciudad del Puerto de la Cruz, que existía antes que la casa y que sobrevivió a tormentas, vendavales y generaciones enteras.
El árbol divino de Canarias
No es casual que los antiguos habitantes de las islas consideraran al drago un árbol sagrado. Según la tradición, los dragones al morir se convertían en dragos, símbolos de eternidad. Su sabia rojiza, conocida como “sangre de drago”, fue utilizada durante siglos con fines medicinales y mágicos.
El Cabildo de Tenerife lo define como un fósil viviente y uno de los mayores tesoros de la flora española. Y aunque durante mucho tiempo se creyó que era exclusivo de Canarias, Madeira y Cabo Verde, poblaciones silvestres también se han hallado en Marruecos.
Hoy, el drago de Sitio Litre sigue en pie, convertido en guardián de un jardín que es memoria viva de la isla. Entre las leyendas que lo sitúan en la preconquista y los cálculos que lo rebajan a apenas 200 años, lo cierto es que su tronco monumental y sus ramas desafiantes se han convertido en símbolo de la resistencia del paisaje canario.
“Entre la leyenda y la ciencia, el drago sigue en pie”, resume. Y quizás ahí radica su poder, pues no importa si tiene dos siglos o seis, porque en su sombra confluyen historia, ciencia y mito, como en un relato eterno que aún hoy sigue escribiéndose.