El verano ha sido de récord en las temperaturas y, solo en agosto, las muertes ligadas al calor se han disparado un 42 por ciento con respecto a agosto de 2024 según reflejan los datos del sistema de Vigilancia de Mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) que gestiona el Instituto de Salud Carlos III. Entre los días 1 y 28 se registraron 2.155 fallecimientos frente a 1.965 en agosto de 2024.
4 de cada 10 muertes ligadas al intenso calor registrado desde el pasado 15 de mayo y hasta el pasado 28 de agosto, se han producido precisamente en agosto.
En total y en esos 3 meses y medio han fallecido 3.629 personas, un 46 por ciento más que en el mismo periodo de 2024 cuando fueron 1.965 las personas que perdieron la vida, algo que los expertos consultados por COPE achacan a la prolongación y la intensidad cada vez mayor de las olas de calor.
De hecho y según los datos provisionales publicados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), la reciente ola de calor de agosto ha sido la más intensa desde que hay registros en España, por encima de la de 2022 que, a su vez, fue de récord.
Fue la segunda ola de calor del verano y ha tenido una anomalía de 4,6 grados sobre las temperaturas normales superando los 4,5 grados registrados en la ola de julio de 2022 que también fue de récord.
A consecuencia de todo ello, las muertes asociadas al calor han superado en un 40 por ciento a las registradas por frío. Desde el 15 de noviembre de 2024 al 28 de febrero de 2025 se registraron 2.183 personas frente a las 3.620 que se produjeron entre el 15 de mayo y el 28 de agosto de este año.
Olas de calor que se intensifican y cada vez más persistentes
Uno de los fenómenos que explica la intensidad de las temperaturas de 2025 es su duración, la persistencia del calor extremo que intensifica su adversidad y con ello sus consecuencias para la salud al provocar un aumento de los golpes de calor especialmente entre quienes trabajan al aire libre y un agravamiento de la salud de quienes tienen enfermedades crónicas y problemas respiratorios.
“Cuando una ola de calor dura 2 o 3 días aunque también afectan y provocan un aumento de la mortalidad, pero el riesgo aumenta cuanto más prolongada es la exposición y realmente este año ha sido difícil porque las altas temperaturas han durado mucho”, explica en COPE Antoni Trilla, epidemiólogo del Hospital Clinic de Barcelona.
El problema es que este calor cada vez más extremo y peligroso para nuestra salud no es una excepción sino una tendencia acelerada por el cambio climático. Prueba de ello es que AEMET prevé que este agosto sea uno de los 4 más cálidos registrados. Además de los 5 meses de agosto de mayor calor, 4 han sido en los 4 últimos años y según constatan los técnicos de la agencia, “prácticamente hay un empate entre los últimos 4 años, que se distancian claramente del resto.
Cada verano no va a ser siempre más cálido que el anterior, pero la tendencia a veranos más extremos es clara”.
El mayor número de muertes atribuibles al calor tuvo lugar durante el verano 2022 con 4.685 fallecimientos, casi la mitad de ellos en julio, seguido de este 2025 con 3.629 muertes hasta el 28 de agosto, de las 2.584 personas que perdieron la vida en 2023 y de las 1.965 fallecidas en el verano de 2024, según los datos del sistema de vigilancia MoMo.
De forma general la temperatura media en España ha aumentado 1.69 grados desde 1961 hasta 2024. Y, de forma general y hasta el momento, 2025 es el segundo año más cálido desde que hay registros, solo superado por el año pasado.
“Tenemos que ser cada vez más conscientes desde Salud, Protección Civil y Servicios Sociales urbanos y rurales que va a hacer falta organizarnos mejor porque este fenómeno que ha venido para quedarse y que cada vez conocemos más pero debemos actuar y prevenir”, explica en COPE Manuel Franco, catedrático de investigación en el Centro Climático del País Vasco y miembro de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria.
¿Qué podemos hacer para reducir la mortalidad?
Para combatir la mortalidad provocada por el calor debemos paliar los efectos del calor, hacer todo lo que esté en nuestra mano para que las temperaturas no sigan subiendo-la nada sencilla lucha frente al cambio climático- y además prevenir para estar mejor preparados frente a unas temperaturas al alza.
“Hay determinadas horas de mucha temperatura en las que lo que hay que hacer es reducir la exposición al calor. A esto hay que sumar en las viviendas, hospitales y residencias con aires acondicionados, nuevas formas de construir y todo lo que garantice una temperatura y ventilación adecuadas”, subraya Trilla.
La pobreza energética también mata en verano
Reducir el riesgo de morir por calor requiere también de un estudio en profundidad de las personas y colectivos más afectados: “los más vulnerables deben tener un seguimiento para poder poner remedio en cuanto hay cualquier señal de alerta y también mejorar las condiciones de las viviendas y residencias para adaptarlas mejor a las temperaturas más extremas”, señala Trilla .
Para Franco detrás de esta mortalidad en exceso está la pobreza energética, la imposibilidad de instalarse y/o de pagar sistemas de refrigeración “al aumento del riesgo en el invierno por no poderse costear la calefacción se une ahora el verano en unas viviendas que en muchos casos obligan a preguntarnos si son habitables y, cuando no lo son, a tomar medidas para proteger mejor a esas personas”.
“A las personas sin hogar que estamos acostumbrado a atender en las olas de frío en países como el nuestro pues ahora hay que ayudarles también en las olas de calor y esto quiere decir que tenemos que habilitar lugares en los que sean bienvenidos y en los que puedan ser cuidados porque su vida está en peligro”, señala este experto en Salud Pública.
Otro colectivo que merece especial atención señalan es el de las personas mayores. Y es que el verano pasado 9 de cada 10 muertes atribuibles a las altas temperaturas se produjeron en personas de 74 o más años, según recogió el Centro Nacional de Epidemiología, CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP).
“Hay muchas enfermedades en personas con edad avanzadas, problemas pulmonares y otro tipo de problemas que puede ser que el calor les acabe descompensando y puedan acabar falleciendo”, concluye Trilla.