Lo fácil, más que nada porque es lo habitual al referirse a ella, es describir a Kim Novak como el equivalente cinematográfico a lo que en el mundo de la música se conoce como un “one hit wonder” o, en otras palabras, un artista de un solo gran éxito; y tiene sentido porque, al menos en la actualidad, cuesta acordarse de una película protagonizada por ella que no sea ‘Vértigo (De entre los muertos)’ (1958), la obra maestra de Alfred Hitchcock. Sin embargo, es más complicado: si eso es así se debe en parte a que ella misma decidió alejarse de Hollywood en 1966, cuando se encontraba en la cima, sobre todo porque no aceptó que la industria quisiera hacer de ella un remedo de Marilyn Monroe. “Me sentía demasiado juzgada por cómo vestía, cómo hablaba y cuánto dinero ganaba, y necesitaba sentir que era auténtica”.
Lo dice ella misma en ‘Kim Novak’s Vertigo’, el documental de Alexandre O. Philippe presentado hoy fuera de concurso en la Mostra de Venecia en el que repasa una carrera a la que dio fin de forma prematura cuando decidió que había tenido suficiente, a la manera de lo que décadas antes había hecho su admirada Greta Garbo. “Si ella se alejó de los focos, ¿por qué yo no?”, se pregunta en un momento del documental, que mezcla imágenes de archivo con reflexiones personales de Novak para trazar la evolución de la actriz de icono del cine de mediados de siglo pasado a artista ferozmente privada; tan privada que hoy ni siquiera ha asistido a la rueda de prensa organizada en su honor por la Mostra de Venecia, que esta noche le hace entrega de un León de Oro en homenaje a su carrera.
Kim Novak en Venecia este lunes. / ETTORE FERRARI / EFE
Novak se convirtió en estrella a los 21 años, cuando viajó desde Chicago a Los Ángeles para abrirse camino como modelo y fue inmediatamente descubierta por Hollywood, y desde mediados de los años 50 fue la actriz más taquillera del mundo gracias a películas hoy consideradas clásicas como ‘Picnic’ (1955), ‘El hombre del brazo de oro’ (1955) y por supuesto ‘Vértigo’. La fortuna que amasó en el proceso contrasta radicalmente con la pobreza en la que había nacido décadas atrás. “Mientras estaba embarazada de mí, mi madre intentó abortar con un agujón para no añadir otra boca que alimentar a la familia y, una vez hube nacido, trató de ahogarme con una almohada”. Eso explica, afirma en la película de Philippe, los problemas respiratorios que siempre ha tenido.

Kim Novak en Venecia este lunes. / ETTORE FERRARI / EFE
El documental también ahonda en el precio que Novak pagó por su belleza, descrita como una “corona de espinas” por ella misma. “Fue lo que me catapultó, pero también una desventaja. Siempre querían que interpretara papeles más centrados en el aspecto de mis personajes que en sus sentimientos”. Su éxito, además, la convirtió en carne de tabloides, especialmente durante su romance con Sammy Davis Jr., que actualmente el actor Colman Domingo intenta convertir en un biopic junto a la actriz de moda Sydney Sweeney. “Teníamos mucho en común, incluida la necesidad de ser aceptados por quienes éramos y lo que hacíamos en lugar de por nuestra apariencia física, y me preocupa que vaya a reducirlo todo a motivaciones sexuales”, ha afirmado la actriz acerca del proyecto.
Desde que se alejó de la industria negocio, Novak ha vivido lejos de los focos: se casó con un veterinario equino y se dedicó a criar caballos y, sobre todo, a la pintura. Siempre sintió, afirma, que era “una estrella rutilante en la galaxia equivocada”, y que la pintura la rescató. “Ha sido una oportunidad para dar un cierre a mi vida y expresar las cosas que me han importado y han significado algo para mí a lo largo de este camino”, añade acerca del documental. “Siento que estoy acercándome al final de mi viaje, y tengo la necesidad de liberar cosas que han estado ocultas mucho en los armarios de mi mente”.
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