La vuelta del curso político dejaba este lunes una conclusión clara, la inmigración es ya un asunto nuclear en la derecha, y no exclusivo de una de sus siglas. Tras un verano marcado por la enmienda de Jumilla, la localidad murciana donde Vox propuso y el PP dispuso mediante una transacción a un texto original de los de Santiago Abascal una exclusión de facto del rezo para la comunidad musulmana en los espacios públicos, que condenaron al alimón la Comisión Islámica de España y la Conferencia Episcopal Española (CEE), Alberto Núñez Feijóo ha dejado claro que lejos de ir de tapadillo el Partido Popular (PP) hará de esta materia una cuestión central de su oposición a Pedro Sánchez.
Durante el retiro este lunes de su Comité de Dirección en Aranjuez, la localidad más al sur de la Comunidad de Madrid, el líder de la oposición ha dejado claro que entre sus tres prioridades para el nuevo curso, y solo junto a la «regeneración», con medidas como una reforma legal para impedir que un presidente agote la legislatura sin Presupuestos, o a las políticas para «recuperar el campo», estará todo lo relativo a la inmigración.
El líder de los populares parte de un diagnóstico principal, el de que el de Sánchez es el único Ejecutivo europeo que a su juicio no es consciente e incluso niega que «el descontrol migratorio es un problema». Para Feijóo, la peor política en este terreno, según ha dicho, es «no tener política». Y eso, beneficia, según estima, «a quienes quieren venir a España con el objetivo de no trabajar o de incumplir las leyes».
Dando una vuelta de tuerca más, Feijóo se ha referido crípticamente al islamismo radical y a sus leyes «denigratorias de las mujeres», una aclaración que solo ha hecho a preguntas de los informadores durante su primera rueda de prensa después del verano. Su tesis, coincidente con la de Vox aunque expresada con mucha mayor cautela y formalidad oral, es que algunos colectivos traen consigo normativas «que provienen de otras latitudes» y que «no tienen ninguna posibilidad de mantenerse en España. Seamos o no españoles, todos los que residimos en España no tenemos más leyes que las aprobadas en las Cortes Generales». Un largo circunloquio que evita el lenguaje más rudo y directo de los de Abascal, pero que comparte algunos de sus postulados.
«La inseguridad se ha incrementado»
Casi a la misma hora que Feijóo, Abascal ofrecía también su primera rueda de prensa después del parón vacacional, aunque en esta ocasión de manera ordinaria en Madrid capital, en la sede de su formación en la calle Bambú. Allí volvía a arremeter, como siempre en los últimos tiempos, contra el «bipartidismo» y culpaba a sus políticas de la violación en Hortaleza, frente a un centro de menores inmigrantes no acompañados en la capital de España, de una chica menor de edad. Allí mismo Vox ha convocado una concentración para este martes por la tarde, incluso con una declaración a medios.
Preguntado por esas palabras, Feijóo ponía la violación en Madrid como ejemplo de la inseguridad ciudadana que estaría vinculada a la inmigración. «Me refiero a que la inseguridad en las calles españolas se ha incrementado, en algunas comunidades más que en otras, una de ellas Cataluña; me refiero a que hay un porcentaje de ocupación de vivienda ilegal nunca visto y que, por ejemplo en Cataluña, se produce un delito cada tres minutos», argumentaba el presidente del PP.
En todo momento evitaba confrontar con Vox, asegurando que «mi problema no es el tercer partido de mi país. Si para el tercer partido de mi país la prioridad no es acabar con el Gobierno de Sánchez, la mía sí, es una cuestión de prioridades». Igualmente, restaba importancia al auge de los de Abascal en las encuestas y a la transferencia directa de hasta un millón de votos que habría entre ambas formación, según el sondeo que publicaba este lunes El Mundo.
Fuera de micrófono, y en conversación con los periodistas desplazados a Aranjuez, el líder popular explicaba que «las encuestas conocidas devuelven a Vox al entorno del 15% de voto que ya obtuvo en 2019, cuando logró los 52 escaños que ahora recuperaría», aunque ese resultado fue fruto de una circunstancia tan excepcional como la repetición de las elecciones, que se celebraron ese año primero en abril y luego en noviembre. Abundando en esa argumentación, y en la misma conversación sin micrófonos, Feijóo explicó que «el PP en 2019 logró 89 escaños y ahora está en el entorno de los 150. Por tanto el crecimiento de Vox en este mes no debilita al Partido Popular ni las perspectivas de un cambio de Gobierno, porque obtendríamos más escaños que todos los partidos del bloque de investidura de Pedro Sánchez. Cuando yo llegué a la Presidencia del PP Vox tenía 52 y el PP 89. Hoy, Vox tendría más o menos los mismos escaños pero el PP tendría 150». Todo ello dejando claro que no se conforma con esos 150 eventuales escaños.
Previamente, y en este caso sí con los micrófonos como testigos, Feijóo mostró su convencimiento de que «nosotros somos un partido para la mayoría de los españoles, no para el 13, el 14 o el 15%», a lo que añadió que «nuestra propuesta es para la mayoría, no para una minoría; nuestras políticas afectan a políticas de Estado, no a políticas concretas para exacerbar los ánimos de una porción de la población que está absolutamente en contra del Gobierno y que yo comparto. Estoy convencido de que habrá muchos votantes de Vox que en el momento de la urna decidan una papeleta azul que garantiza el cambio de gobierno, y probablemente no cojan la papeleta verde y cojan la papeleta azul». Internamente, los populares confían en que es mucho más fácil, llegado el caso, recuperar votos que se fueron a Vox que hacerlo con personas que se hayan optado por otras formaciones, singularmente el PSOE.