Si ‘Hija de la venganza’ (Blackie Books) fuera una película y se hubiera proyectado en cines populares en tiempos más inocentes que los actuales, el público no habría parado de gritar «¡cuidado!», «¡no vayas!», «¡huye!» y advertencias por el estilo a la protagonista buena, y «¡mala bestia!», «¡sufre!», «¡a cada cerdo le llega su san Martín!» y expresiones de saña similares a los miembros del trío infernal no menos protagonista que le hace la vida imposible. De hecho, el título original de ‘Hija de la venganza’ es ‘Katie’, nombre de la joven pitonisa e hincha del martillo, no para clavar clavos precisamente, cuyos psicopáticos caprichos gobiernan el terceto. No cuesta imaginar a Michael McDowell (1950-1999) pasándoselo bomba mientras llevaba al extremo los códigos del folletín truculento del siglo XIX.
La primera de cinco
Desaforado ‘thriller’ histórico ambientado entre la Nueva Jersey rural y Nueva York en 1871, ‘Hija de la venganza’ (1982) inicia la recuperación de la obra de McDowell más allá de ‘Blackwater’ (1983), cuyos seis volúmenes han superado el millón de ejemplares vendidos en español y catalán. Como en el caso de las entregas de la saga de los Caskey, la portada de ‘Hija de la venganza’ es obra del ilustrador madrileño Pedro Oyarbide. La novela, 400 páginas en las que no caben más escalofríos, llegará a las librerías el 8 de octubre, también en catalán. Blackie tiene contratados los derechos de otras cuatro obras de McDowell, ‘The Amulet’, ‘Cold Moon Over Babylon’, ‘Gilded Needles’ y ‘The Elementals’, asimismo inéditas en España.
Igualdad de condiciones
Antes de la apoteósica irrupción de ‘Blackwater’ el año pasado solo se había publicado en España un libro de McDowell. Se trata de ‘Voces del silencio’ (Minotauro, 2007), ficción que el autor dejó inconclusa a su muerte a causa del sida y que terminó Tabitha King, la esposa de Stephen King, fan y valedor de McDowell. En la cubierta salía muy grande el nombre de ella y muy pequeño el de él. Minotauro rescata ahora la novela con el título de ‘Calliope. La voz de las llamas’. Ambos firmantes aparecen en igualdad de condiciones en la tapa, que imita el estilo victoriano de las de Oyarbide para ‘Blackwater’, aunque simplificado. La promoción presenta ‘Calliope’ como un «‘spin off’ del universo ‘Blackwater'» y remarca la autoría de McDowell, «el maestro indiscutible del gótico sureño». Las dos afirmaciones son discutibles, si bien están dentro de las reglas del juego de la literatura comercial en la que descolló McDowell. Estará a la venta el 3 de septiembre.
Las portadas de ‘Voces del silencio’ y ‘Calliope’, la misma novela separada por el éxito de ‘Blackwater’ / Archivo
Maldad pura
Una cita de ‘El estafador y sus disfraces’, de Herman Melville, encabeza ‘Hija de la venganza’: «Crees que el dinero es el único motivo para el engaño y la maldad en este mundo. ¿Cuánto dinero ganó el diablo por engañar a Eva?» Hay dinero de por medio en la obra, pero sobre todo hay maldad pura. La de Katie, némesis de la pobre y virtuosa Philomela Drax.
En el prólogo conocemos a Katie ya mala porque sí de niña. Su canguro y futura madrastra administra ginebra barata a cachorros de caniche para que no crezcan. «A las damas elegantes no les gustan los perros grandes», le explica. Katie le echa una mano, pero vacía la jeringuilla demasiado deprisa en el gaznate del cachorro, que le vomita en el vestido. La cría le pega un puñetazo y acto seguido arroja al perro moribundo por la ventana desde una altura de tres pisos. «¿Qué va a decir mamá de mi vestido?», se limita a preguntar Katie. Nada, pues en ese mismo momento su madre arde en el escenario de un teatro al habérsele incendiado el vestido de gasa.
Humor perverso
No busquen muchas motivaciones ni gran profundidad psicológica en los personajes. Katie es así y punto, y cumple de maravilla su papel narrativo, no otro que poner en marcha y mantener en funcionamiento un festival de injusticias, sorpresas argumentales, crueldad con detalladas explosiones ‘gore’ y humor perverso. Ejemplo de lo último: «¡Otra vez! ¡Hazlo otra vez!», le reclama Katie a su madrastra, enferma de hidrofobia, después de que un espasmo la haya hecho elevarse «tan alto como si fuera el mismísimo Young America», artista del teatro de variedades que chifla a la triada diabólica, completada por el padre de Katie. Como en ‘Blackwater’, los personajes masculinos pintan más bien poco.
Llega un momento en que la sufrida Philo se harta de que Katie y compañía se crucen en su camino con resultados aciagos y se transforma en la ‘Hija de la venganza’: «No pararé hasta verlos ahorcados, y esa noche dormiré al pie de la horca, disfrutando del dulce olor de sus cuerpos exangües», se promete. ¿Le permitirá McDowell satisfacer su sed de venganza?
Como telón de fondo, costumbrismo de la gran ciudad en la que busca una nueva vida Philo, de los bajos fondos a la alta sociedad. Un romance en apariencia imposible remata el menú. No falta de nada.
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