A estos pueblos nunca les oirás hablar

Antonio Martín Chicote ha sido agente forestal durante casi cuatro décadas en la zona de Quintanar del Rey, Burgos, formada en un 95 por ciento por bosques. Es uno de los trozos que conforman la maravilla forestal de cerca de 300.000 hectáreas que se reparte entre Burgos y Soria y el bosque del que salieron las bigas que hoy sostienen la Catedral de Burgos.

Y, pese a ser una zona llena de vegetación, no acostumbra a sufrir incendios. El motivo no es otro que la llamada «suerte de Pinos», un sistema comunal que, durante años, ha repartido el terreno entre los vecinos garantizando su cuidado y su mantenimiento. 

Y es que, explica Chicote que, «para que un árbol pueda producir bigas como las que requiere la Catedral de Burgos, son necesarios más de 150 años de cuidado, y eso es algo que ninguna persona por si misma puede hacer, porque no vivimos tanto, pero sí un pueblo«. Este ex-agente forestal ha explicado en Mediodía COPE, con Pilar García de la Granja, como, adquiriendo medios y responsabilidad, los pueblos que siempre han habitado y cuidado sus bosques, representan parte de la solución contra los fuegos que, cada año, se llevan por delante cientos de miles de hectáreas de suelo español. 

Políticas forestales e inversión, son las dos claves que señalan muchas de las personas que habitan poblaciones cercanas a valles y bosques para conseguir que los pueblos puedan seguir siendo habitados y, por tanto, puedan seguir cuidando los terrenos que les rodean. 

dos agentes forestales por cada mil hectáreas

Martín Chicote, tras haber dedicado su vida al cuidado de la naturaleza, calcula que «hacen falta dos agentes forestales por cada 1.000 hectáreas» para reducir, lo máximo posible, el número de incendios anual. 

Serían necesarios, según este cálculo, más de 20.000 agentes forestales para supervisar las más de siete millones de hectáreas españolas. Si bien esto puede parecer una locura para algunas personas, Antonio explica que «sin cuidar el bosque, luego no podemos demandar sus frutos«.

Y sobre cambio climático también se ha charlado en Mediodía COPE, un asunto que tiene mucho que decir en la crisis forestal de este año. Antonio recuerda como, «cuando iba a la escuela, podía estar meses sin ir a clase por culpa de la nieve, que caía en diciembre, enero y febrero, si embargo, este año ni siquiera ha nevado«.

Pero el auge de la temperatura no solo repercute en la nieve. El cambio climático, explica Martín, también tiene sus efectos sobre los árboles, «acaba, sobre todo, con los centenarios, y el calor también tiene su efecto en el color de los mismos«. 

Todo esto en un verano en el que han ardido más de 360.000 hectáreas de suelo español, con las que no solo se va vegetación, sino también las vidas y el fruto del trabajo de muchos años de miles de vecinos repartidos por todo el país. Ante esto, «hablar menos y escuchar más», es el mensaje que un guarda forestal, con casi 40 años de experiencia sobre el terreno, lanza a los políticos. 

Fuente