Un tanto envuelto en suspense de Dani Gómez a cinco minutos del 90 otorgó al Real Zaragoza el primer punto de la temporada y una ingente dosis de alivio que no debería ocultar, sin embargo, las graves carencias de un equipo tan ávido de refuerzos como de buenas decisiones tanto en los despachos como en el banquillo. Porque el equipo aragonés sufrió de lo lindo en Castellón, donde, por momentos, fue un pelele a manos de su adversario, que le perdonó la vida cuando peor estaba y que, cuando más asentado estaba en el campo, castigó su desesperante indolencia en su área. El partido debería servir, además, para que Gabi reflexione y tenga claro con quién quiere jugarse los cuartos. Y, sobre todo, con quién no.
El plan estaba claro. Aguantar, resistir, esperar. Sobre un 5-4-1 con el debutante Insua escudado por Radovanovic a un lado y por Saidu, mediocentro reubicado, en el otro, Bazdar ejercía de única referencia ofensiva de un Zaragoza en el que todos los suplentes del primer equipo eran atacantes. Una declaración de intenciones tan diáfana como la directriz de Johan Plat, técnico local, de inclinar el campo hacia la parte izquierda del ataque blanquinegro. Allí, el buen trabajo de Francho, otro fuera de sitio, y la potente capacidad de Saidu topaban con la escasa ayuda que casi siempre aporta Aketxe, que recuperó la titularidad tras no aparecer ni un minuto sobre el campo ante el Andorra, algo tan extraño como su presencia en una alineación que exigía sacrificio, intensidad y energía. Ninguna de esas tres virtudes encabezan la hoja de servicios del vasco, que gozaría de la única ocasión de gol del Zaragoza en toda la primera parte.
Antes, el Castellón había zarandeado de lo lindo a los aragoneses durante un primer cuarto de hora en el que Cipenga fue el gran protagonista. Un centro-chut que no encontró rematador por poco, una combinación con Salva Ruiz y una gran jugada culminada con un tiro cruzado de Cala acercaron el gol a los locales y al Zaragoza, al que el larguero había librado de males mayores al repeler un cabezazo de Alberto, a una muerte que a esas alturas parecía segura.
Pero, poco a poco, el cuadro aragonés se fue despojando del asedio, aunque no se acercó a las inmediaciones del área rival hasta mediado el primer tiempo. Lo hizo desde la derecha, donde Francho hacía lo suyo y lo de algún otro.
Marcó Cámara superada la media hora, pero el tanto no subió al marcador por fuera de juego previo de Alberto poco antes de que Aketxe mandase el balón fuera desde casi el centro del campo, donde se había quedado el meta local tras una disputa con Bazdar. Parecía espabilar el Zaragoza, que tuvo otra en botas de un casi desaparecido Moyano, que estrelló su ajustado disparo en la solvencia de Amir.
Pero fue el Castellón el que estuvo a punto de retirarse con ventaja al vestuario merced a un tiro picado de Mabil que Radavanovic desvío cuando olía a gol. El Zaragoza había logrado sobrevivir.
La reanudación, con el único cambio de Soberón por Bazdar, mostró un Zaragoza mejorado. Más intenso y mejor colocado, el cuadro aragonés se fue llevando el partido a su terreno, pero, cuando todo parecía controlado, el Castellón explotó la parsimonia defensiva de los locales para que Mellot se adentrara en el área como Pedro por su casa y encontrase en el segundo palo al insistente Cipenga, que empujó el balón a la red.
El gol hacía justicia a los merecimientos de unos y otros, pero fue una bendición para el Zaragoza, que empezó a tener cierto sentido tras los primeros movimientos de Gabi. Aketxe, de nuevo horroroso, dejó su sitio a Paulino y, poco después, Dani Gómez y Valery sustituían a Moyano y Guti para, sobre un 4-4-2, alumbrar a un Zaragoza más real en el que Saidu, seguramente el mejor centrocampista de todos, derrochaba liderazgo. Suyo fue un latigazo espectacular que se estrelló en el larguero y que advertía al Castellón de que el combate no había acabado.
Fue entonces cuando emergió la figura de Adrián, que evitó dos goles casi consecutivos de los locales con sendas intervenciones a disparos de Doué y Salva Ruiz para mantener con vida a un Zaragoza que empató en el 85 con un tanto de Dani Gómez, que aún gozaría en el descuento de una buena ocasión para firmar la remontada, previamente anulado por supuesto fuera de juego de Pau Sans que luego negó el VAR.