El río Vinalopó ha vuelto a colocarse en el centro del debate ciudadano tras la proliferación de algas y vegetación en distintos tramos de su cauce a su paso por Elche. La imagen, cada vez más frecuente, pone de manifiesto tanto la degradación del lecho de hormigón -permite asentarse a la vegetación- como la necesidad de una actuación de renaturalización que compatibilice la seguridad hidráulica con la mejora ambiental y paisajística del río.
Síntoma de un cauce por recuperar
La presencia de algas se interpreta como un síntoma claro de que el cauce pide un cambio. Según coinciden distintos expertos, este tipo de vegetación contribuye a extraer nutrientes del agua y, por tanto, favorece una mejora en la calidad del recurso hídrico. Además, embellece el paisaje urbano y actúa como elemento protector del propio lecho frente a la erosión. “Un elemento inerte como el hormigón no va a mejorar la calidad del agua”, recuerdan varios científicos consultados.
El canal de cemento se encuentra deteriorado y cada vez más ajeno a los procesos naturales del río. De ahí que se plantee avanzar hacia un modelo semejante al que el Ministerio de Transición Ecológica está aplicando en la recuperación de otras ramblas y cursos fluviales del país.
El entorno del río Vinalopó a su paso por Elche es una zona muy utilizada para practicar deporte / Áxel Álvarez
El equilibrio entre seguridad e integración
Los especialistas insisten en que la renaturalización debe estar condicionada a la seguridad del cauce en episodios de crecida. El mantenimiento de los muros laterales y de las laderas se considera esencial para garantizar el flujo del agua en esos momentos críticos. Pero al mismo tiempo, como subraya el catedrático de Edafología José Navarro, «la vegetación en las riberas y suelos ayuda a reducir la carga de nutrientes y la contaminación», aportando beneficios tanto ambientales como sociales.
Ese equilibrio permitiría un Vinalopó más vivo y natural sin renunciar a la función de encauzamiento que desempeña en su tramo urbano.
Pluviales, residuos y otros retos pendientes
El estado del río también se ve afectado por el cruce de aguas pluviales urbanas y residuales, lo que incrementa la presión sobre el ecosistema. En distintos momentos ya se han detectado episodios desagradables, como la acumulación de toallitas en la vegetación y en los tarayales aguas abajo, que han puesto en evidencia la necesidad de mayor control sobre vertidos y saneamiento.

En el río Vinalopó a su paso por Elche se acumulan basuras de todo tipo, principalmente plásticos / Áxel Álvarez
En paralelo, la llegada de nutrientes como los nitratos «explica también, en parte, el crecimiento de algas, especialmente favorecido por las altas temperaturas estivales», apunta el presidente de Riegos de Levante, Roque Bru. Éste, lejos de ser un fenómeno puramente estético, su aparición actúa como termómetro del estado del Vinalopó y refuerza las voces que reclaman devolverle una mayor naturalidad.
El debate, una vez más, vuelve a estar sobre la mesa: el río que atraviesa Elche no puede seguir siendo solo un canal de hormigón.
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