El sector hostelero valenciano,
tradicionalmente uno de los motores económicos de la región,
enfrenta una crisis silenciosa pero profunda que podría ser un
termómetro alarmante para el resto de España. Manuel Espinar,
hostelero en Valencia y presidente de la Federación de Hostelería
de la Comunidad Valenciana, alertó anoche en el programa La
Linterna de COPE, dirigido por Ángel Expósito, de una caída
del 15% en la facturación durante agosto de 2025 respecto al mismo
mes del año anterior.
Este dato, aún más grave que el 58% de
establecimientos que reportaron un julio peor que el de 2024,
evidencia un cambio drástico en los hábitos de consumo de los
clientes, especialmente los nacionales, que “están dejando de
gastar en los bares”.
La entrevista, en la que también
participó el analista económico Iván Alonso, desgranó las
múltiples causas de esta contracción. Espinar subrayó que la
situación no se debe únicamente al aumento de precios, sino a una
“coctelera” de factores que incluyen la subida de costes de
alojamiento y transporte, la presión fiscal sobre las familias y el
auge de los apartamentos turísticos, donde los visitantes cocinan en
lugar de consumir en restaurantes. “El gasto dedicado a las
vacaciones por parte del turismo español se ha minimizado. La
parcela presupuestaria para restauración y ocio es ahora mínima”,
explicó Espinar.
Una terraza vacía en Málaga
Crisis tras la inundación: la marca Valencia dañada
Uno de los aspectos más reveladores de
la conversación fue el impacto persistente de las inundaciones de
octubre de 2024 en Valencia. Espinar reconoció que la catástrofe,
aunque afectó principalmente a zonas extramuros de la ciudad, dañó
gravemente la imagen de Valencia a nivel nacional e internacional.
“No hemos conseguido llegar a las cifras del año pasado; nos hemos
quedado a dos puntos. La marca Valencia se catapultó negativamente”,
admitió. El hostelero, que tiene tres locales en la zona afectada,
describió la situación como “catastrófica”, pero destacó que
la comunidad está “empezando a ver la luz” gracias al apoyo de
clientes y vecinos.
El cliente español: cuentas claras y consumo mínimo
Ángel Expósito preguntó si el
fenómeno se reduce a clientes que piden “menos cervezas, menos
raciones y, si es posible, no toman postre”. Espinar matizó que
“hay de todo”, pero confirmó que las familias ahora planifican
meticulosamente sus gastos antes de entrar a un establecimiento: “Ven
la carta por internet, y antes de pedir la cuenta saben lo que se van
a gastar”. Este comportamiento contrasta con el del turista
extranjero (alemán, británico o nórdico), que “viene sin mirar
en gastos”. Sin embargo, la reducción de turismo internacional
también se ha notado, como ejemplificó la gerente de un restaurante
en Conil (Andalucía), donde la clientela foránea ha disminuido.
Frente a este escenario, Espinar abogó
por medidas estructurales. Señaló la fiscalidad como un “problema
clave”: “La presión fiscal es altísima, y la falta de
deflactación del IRPF afecta el neto de las nóminas”. Además,
vinculó la contracción del consumo con la “incertidumbre
geopolítica”, que impulsa niveles de ahorro récord en las
familias. Como contrapunto, reconoció que el sector debe adaptarse a
nuevos modelos de consumo turístico.

Un camarero espera a los clientes en un bar de Valencia
El debate también abordó la crisis de
mano de obra. Espinar confirmó que las casi 20.000 vacantes en el
sector hostelero español se agudizan en verano, pero insistió en
que la solución requiere un “gran pacto de estado”: “Políticos,
empresarios y sociedad deben concienciarse de que la hostelería
ofrece carreras profesionales viables para jóvenes en la ESO y
bachillerato”. Esta visión coincide con análisis
sectoriales que destacan la necesidad de innovación y experiencia
del cliente para reactivar el sector.
Un semáforo en amarillo para toda España
La situación en Valencia no es
aislada. Datos de la Federación de Hostelería de Valencia y
testimonios de profesionales como Héctor, restaurador en Denia, o
María, gerente en Conil, reflejan una tendencia nacional. El hecho
de que comunidades con tradición turística como Andalucía y la
Valenciana reporten caídas del 10% en gasto hostelero sugiere que el
“semáforo amarillo” del que habla Espinar podría extenderse por
España.
En un contexto donde la hostelería
busca reinventarse con experiencias innovadoras y apuestas por
productos autóctonos, la crisis de consumo obliga a una reflexión
más profunda. Como resumió Espinar: “Los modelos de consumo están
cambiando, y nos tendremos que preparar para ello”. La pregunta es
si España escuchará la alerta antes de que el semáforo se ponga en
rojo.