Alicante quiere ser la Ciudad Europea Accesible del 2026. El Ayuntamiento de Alicante se postulará la próxima semana para tratar de suceder a Viena en el galardón, con el que la UE concede hasta 150.000 euros a municipios que cuenten con un especial compromiso en la inclusión urbana. El jurado valorará especialmente que las localidades demuestren un enfoque coherente y una visión ambiciosa en esta materia. Una candidatura para la que las asociaciones de personas con discapacidad aseguran que queda mucho trabajo por hacer, ya que se impulsa el mismo año en que la ciudad ha sido protagonista por diferentes polémicas relacionadas con infraestructuras públicas como el ascensor del CEIP Voramar, que obligaba a una madre a cargar a su hijo a cuestas; o el del Raval Roig, que impide a los vecinos acceder al paseo de la playa de El Postiguet.
Para poder hacerse con el premio, Alicante tendrá que superar primero una fase previa a nivel nacional, ya que cada país miembro de la Unión Europea puede presentar únicamente dos ciudades. En dicho trámite, se competirá contra municipios como València y Zaragoza, que ya han oficializado su participación. En el caso de Alicante, la Junta de Gobierno Local tiene previsto aprobar el próximo martes, 2 de septiembre, la presentación de la candidatura. Tras ello, el gobierno municipal contará con una semana para hacer llegar a la organización toda la documentación necesaria. Un anuncio que ha sorprendido incluso a miembros del comité encargado de escoger las ciudades candidatas, que aseguran a INFORMACIÓN desconocer por completo la intención del Consistorio alicantino a participar en el concurso.
Requisitos exigentes
Desde el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) en la Comunidad Valenciana, advierten de que el certamen no es una competición baladí. Su presidente, Luis Vañó, señala que «todos los ítems que se obligan a presentar son bastante importantes», entre ellos, «se tiene que demostrar la accesibilidad, la inclusión, cuestiones en emergencias» así como su estado de aplicación: si las medidas ya están en marcha o se encuentran en desarrollo.
«Hay una exigencia bastante alta en toda esta materia, no solo en cuestiones de accesibilidad sino también en empleo, sostenibilidad, movilidad o seguridad», recuerda Vañó, quien duda de que Alicante esté preparada para superar dichos requisitos: «No sé si la ciudad cumple ahora mismo esos estándares». En la misma línea, aunque destaca «la libertad que tiene el Ayuntamiento para presentarse», se muestra sorprendido porque no se haya trabajado con los colectivos de personas con discapacidad, mientras que otras ciudades llevan más de un año haciéndolo.
Problemas de accesibilidad
En el último año, Alicante ha protagonizado distintas polémicas, precisamente, en materia de accesibilidad. En septiembre de 2024, el curso escolar se inició de nuevo con incidencias en el ascensor del CEIP Voramar. Una avería que obligaba a la madre de uno de los alumnos, con problemas de movilidad, a cargar con su hijo a cuestas cada día. El conflicto se elevó hasta el punto de que la concejala de Educación llegó a insinuar en una rueda de prensa que el elevador había sido saboteado, mientras que el conseller José Antonio Rovira habló directamente de «boicot». Finalmente, De España terminó disculpándose por «posibles fallos de comunicación» y anunció una «reparación urgente».
También se han cansado de esperar una solución en el Raval Roig, donde el ascensor que conecta el barrio con el paseo de la playa de El Postiguet se rompe de forma recurrente y pasa más tiempo clausurado que operativo. La última vez ha sido este verano, cuando la infraestructura, única opción accesible para muchas personas con movilidad reducida o carritos de bebé, permanece averiada desde antes de Hogueras. Caso similar al de los mayores del Centro Social Isla de Cuba, en el barrio de Los Ángeles. Allí, el aparato estuvo fuera de servicio más de un mes y medio. Un problema que convirtió en un serio obstáculo para muchos de sus usuarios, que presentan dificultades de movilidad.
En la Albufereta, el problema ya no lo tienen con un ascensor, sino con la propia configuración del barrio. En 2023, INFORMACIÓN contó la historia de Teresa, exconcejala del Ayuntamiento de Alicante que, debido a una enfermedad, se desplaza habitualmente en silla de ruedas. La calle en la que vive, Diosa Tanit, ni siquiera dispone de acera de ningún tipo en la zona de su edificio, mientras que la que existe más adelante cuenta con un alto bordillo que le impide utilizarla. Si sale de su casa en dirección contraria, las opciones no mejoran: se encuentra con unas escaleras de una decena de peldaños, sin ninguna rampa como ruta alternativa. Todo ello le obliga a recorrer diariamente más de 500 metros por la calzada.
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