La frase «Pasajeros al tren» suena todos los días del verano en la estación de Cadavíu, el punto de partida de la visita al Ecomuseo y al tren minero del valle de Samuño.
La visita comienza en el vestíbulo de la estación, donde hay bancos para sentarse y ver vídeos, fotos de cómo era la explotación minera y los trajes y herramientas que utilizaban los mineros. Después de pasar el control de acceso, los visitantes se montan en el tren amarillo que los lleva hasta las entrañas del Pozo San Luis. Una vez allí, se vuelve a salir a la superficie y un gran castillete da la bienvenida.
Hasta 20.000 visitantes han hecho este recorrido durante este año. Venidos de todas partes, como Alicante, Almería, Madrid o Toledo entre otras provincias de la Península. También hubo turistas extranjeros, de Portugal y Francia; también de Reino Unido o Italia. Cada vez son más los visitantes que quieren conocer cómo era, hasta hace bien poco, la actividad minera en las Cuencas y, más concretamente, en el Valle del Nalón. «Estamos notando un aumento de usuarios de fuera de España. Han venido bastantes visitantes de Portugal, Reino Unido e Italia. Nos ha sorprendido que este año hemos tenido bastantes de países del Este como Eslovenia», comenta Vanesa Álvarez, responsable de gestión del Ecomuseo Valle de Samuño.
Una maravilla
Son muchos los que salen maravillados de las instalaciones . Este es el caso de Pablo Palomares, guía turístico que trajo a una excursión de 53 granadinos a conocer el entorno del Pozo San Luis. «Venimos de un pueblecito que se llama Loja, en Granada. Y nos está pareciendo una visita maravillosa», explica.
Una de las cosas que más impresiona a los visitantes es el hecho de bajar a una profundidad 30 metros. «Para nosotros el hecho de bajar a tanta profundidad nos impresiona un montón. Estamos muy contentos de haber venido», indican los visitantes.
También destacan la labor de los trabajadores del Ecomuseo. «Las guías lo explican todo muy bien; volveríamos otra vez con tal de disfrutar de nuevo de la experiencia», afirmó Palomares antes de emprender la vuelta a casa.
De igual forma, el museo continúa mejorando año a año ofreciendo nuevos elementos y estructuras para que los visitantes conozcan el patrimonio minero. «Con motivo del Día de los Museos incorporamos dos piezas: un calderín de profundización, que era con el que se profundizaba el pozo, y un espacio que recupera los utensilios que se usaban para la medida del llamado «vale de carbón». Intentamos buscar novedades todos los años», subraya Álvarez.
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