Vivía dividida, con miedo e ilusión

Hay días que marcan para siempre, en el buen sentido o en el peor de ellos. En el caso de Ana María, hubo uno que quedó grabado en su memoria por partida doble: el día que, embarazada de tres meses, le diagnosticaron cáncer de mama.

Pese a las dificultades que el cáncer podía suponer en la gestación de su bebé, Ana María tuvo claro desde el principio que seguiría adelante con el embarazo. «El embarazo me dio mucha paz, me hizo centrarme en el presente», asegura.

Las sesiones de quimioterapia amenazaban con provocar daños físicos y neurológicos en el bebé, un miedo que persiguió a Ana María durante años. «Si una madre en condiciones normales tiene inquietud, yo iba con muchísimo más miedo«, confiesa.

Finalmente, la hija de Ana María nació sana y hoy es la mayor alegría de su vida. Mientras, ella sigue en tratamiento, pero con una razón más para seguir luchando.

Ana María decidió elegir la valentía antes que el miedo y asegura que no se arrepiente de nada, porque hubiera apostado por su hija una y mil veces más. ¡No te pierdas su historia en el vídeo de arriba!

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