En 2013 la entonces ministra de Empleo, Fátima Báñez, calificó de «movilidad exterior» la migración masiva de jóvenes que huían de España en busca de una oportunidad laboral. Aquel año solo el 61% de los recién graduados -ya fuera de FP o grado universitario– en España tenía un empleo, el peor dato de inserción laboral de este colectivo entre toda la estadística recopilada por Eurostat. Hoy la situación es sustancialmente diferente y los flujos de menores de 35 años que después de finalizar su formación cogen un avión o un tren en busca de un futuro mejor fuera de las fronteras han disminuido.
De ese 60% de inserción laboral registrado en 2013 se ha pasado a un 75% en 2024, uno de los mejores datos desde 2008, pero que también revela un estancamiento en esa progresión y sitúa a España como el cuarto país con peor colocación profesional de sus recién egresados. Eurostat ha actualizado este miércoles sus datos al respecto y solo Rumanía, Italia y Grecia tienen un porcentaje menor de jóvenes que acaban de finalizar la academia y no tienen empleo.
Si bien las tasas de empleo juvenil han mejorado sustancialmente en los últimos años, los recientes récords de ocupación se explican más por la llegada de población migrante que no tanto -aunque también- por la colocación de los noveles. Y es que la tasa de empleo de los recién egresados entre 18 y 34 años en 2007 -cuando se registró el máximo histórico- era del 80,9%, casi seis puntos por encima de la actual. Por aquel entonces, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, España se encontraba en la parte alta de la tabla europea. Si hoy ocupa la posición 24 de 27 (el cuarto por la cola), entonces era el décimo en inserción juvenil.
La evolución durante los últimos años de la empleabilidad de los recién egresados ha sido positiva, si bien sigue habiendo diferencias sustanciales entre el tipo de formación. Mientras el 85,6% de los recién salidos de la universidad tienen trabajo, la inserción entre los graduados de alguna formación profesional baja hasta el 73% en España, según esos mismos datos de Eurostat. En el caso de quiénes solo han terminado la educación primaria, la ratio de empleados es bastante inferior (62%), si bien su peso sobre el total de los jóvenes es muy reducido.
Trabajo, ¿pero qué sueldo?
Las condiciones que los recién egresados encuentran en el mercado laboral también incentivan (o más bien desincentivan en ciertos casos) su colocación. El salario mínimo, pese a sus recientes revalorizaciones, continúa no estando entre los más elevados del Viejo Continente y ello perjudica a los colectivos que más frecuentemente lo perciben, entre ellos los jóvenes. Según un reciente análisis de Eurofound (otra organización de estudio dependiente de la UE), el SMI en España no da para emanciparse y casi el 60% de los menores de 35 años que lo perciben todavía vive con sus padres.
Se está produciendo un relevo generacional en el mercado laboral, del que van saliendo los integrantes del ‘baby boom’ y se van incorporando los ‘zetas’. Y dicho relevo se está produciendo, en parte, con peores salarios por parte de los segundos que los que dejan los primeros. Como muestra, los datos que dejan la nómina de las pensiones publicadas esta semana por la Seguridad Social. En junio de 2025, la pensión media de jubilación del Régimen General, que perciben unos 4,9 millones de jubilados, era de 1.665,72 euros, mientras que los trabajadores que ese mismo mes se dieron de alta en la Seguridad Social cobraban un salario medio de 1.650 euros, según ha destacado José Antonio Herce, doctor en Economía y experto en pensiones, en sus redes sociales.
Y es que la desigualdad salarial entre los más veteranos y los más noveles dentro del mercado laboral se ha reducido sustancialmente durante los últimos años. Hoy una persona que tiene entre 25 y 29 años cobra el 68% del salario que percibe alguien que tiene entre 60 y 64 años, mientras que justo el año que estalló la Gran Crisis, en 2008, dicho porcentaje era del 78%. No en vano los sueldos entre los menores de 30 años han subido un 20% desde entonces y los de las cohortes superiores lo han hecho casi el doble, un 39%, según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Estructura Salarial del INE.
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