La basura abandonada en entornos naturales terrestres es la principal responsable de la contaminación que afecta a las costas y los mares de España. Según los datos recopilados por el Proyecto LIBERA, impulsado por SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, el 80% de los residuos encontrados en playas y aguas marinas tiene su origen en actividades humanas desarrolladas tierra adentro.
Este ‘viaje silencioso’ de lo que se ha denominado ‘basuraleza’ representa un desafío medioambiental de primer orden, con consecuencias directas sobre los ecosistemas marinos y la salud pública.
El problema de los microplásticos
Los residuos abandonados en espacios naturales o urbanos inician un recorrido impulsado por factores como el viento y la lluvia, que los arrastran hacia cauces fluviales y, finalmente, hasta el mar, explica SEO/BirdLife. A lo largo de este trayecto, muchos de esos restos se fragmentan debido a la exposición solar, la fricción o los impactos contra obstáculos naturales, dando lugar a microplásticos que agravan el problema de la contaminación.
Este proceso explica que en zonas de interior predominen los plásticos de mayor tamaño, mientras que en el mar abunden los fragmentos pequeños, además de residuos procedentes de actividades marítimas o agroganaderas.
Ciencia ciudadana
Entre los desechos más frecuentes destacan las colillas de cigarrillos y los plásticos, incluyendo envases y fragmentos de diversos tamaños. Solo entre 2020 y 2024, se contabilizaron 94.214 colillas y 48.526 restos plásticos en playas y entornos naturales del litoral español, según caracterizaciones realizadas mediante las herramientas de ciencia ciudadana eLitter y MARNOBA, desarrolladas por Paisaje Limpio y Vertidos Cero con la colaboración de LIBERA.
Playa repleta de plásticos. / EFE
«Estos datos reflejan una tendencia consolidada y alertan sobre la necesidad de intervenir en el origen del problema», apunta la ONG.
Situación en Europa
A nivel europeo, la situación no es muy diferente. La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha señalado en un reciente informe que el 80% de los residuos marinos proviene de fuentes terrestres, y que el 85% de estos son plásticos.
Además, aproximadamente el 65% corresponde a envases y pequeños objetos plásticos no relacionados con el embalaje, la mitad de los cuales son productos de un solo uso. La persistencia de estos materiales es especialmente preocupante: algunos plásticos pueden permanecer en el medio marino hasta 500 años.
Medidas insuficientes
Un aspecto clave subrayado por la AEMA es que el crecimiento económico no se ha desacoplado suficientemente de la generación de residuos. Entre 2010 y 2018, el producto interior bruto (PIB) de la Unión Europea creció un 17%, mientras que la generación total de residuos aumentó un 4,4%.
En el caso de los residuos plásticos, el incremento ha sido incluso mayor que el del PIB, lo que evidencia que las medidas actuales son insuficientes para cumplir con los objetivos de prevención y reducción de desechos.

Campaña de limpieza en el mar del proyecto LIBERA. / Álvaro Minguito
Multas de hasta 3,5 millones
Frente a este escenario, la legislación juega un papel crucial. En España, la Ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular de 2022, establece un régimen sancionador que contempla multas de hasta 3,5 millones de euros por abandonar residuos peligrosos en espacios naturales, especialmente en zonas protegidas.
No obstante, según un estudio sociológico realizado por el Proyecto LIBERA en 2024, solo el 29% de la población española conoce la existencia de estas sanciones. Este desconocimiento es aún mayor entre los jóvenes de 16 a 24 años, entre los cuales solo un 5,6% está al tanto de las multas.
«Cada pequeña acción cuenta»
A pesar de ello, el apoyo social a las sanciones económicas es amplio: el 77% de los españoles las considera una herramienta fundamental para reducir la basuraleza, junto con las labores de limpieza en entornos naturales y las acciones comunitarias de concienciación.
«Cada pequeña acción cuenta para poner fin a la basuraleza. La colaboración ciudadana, la prevención y la aplicación efectiva de sanciones son claves para proteger nuestros entornos naturales», indica Sara Güemes, coordinadora del Proyecto LIBERA en Ecoembes. «En este viaje de la basuraleza, en el que todos somos responsables, reforzar la información sobre estas sanciones es fundamental para cortar el recorrido de los residuos antes de que lleguen al mar», añade.
Amenaza para la biodiversidad
«El abandono de residuos en la naturaleza no es un gesto inocuo. Más allá del impacto estético, supone una amenaza directa para la biodiversidad, contamina suelos y aguas y afecta a nuestra salud. Por eso es fundamental que las administraciones actúen con firmeza y que las sanciones se apliquen de forma real y efectiva», indica Miguel Muñoz, coordinador del Proyecto LIBERA en SEO/BirdLife.

Ranking de los reiduos más frecuentes recigidos por LIBERA. / SEO/BirdLife
La Unión Europea ha desarrollado directivas y planes de acción para hacer frente a la contaminación por plásticos y residuos marinos. Estos instrumentos normativos buscan impulsar un cambio sistémico hacia la economía circular, donde la prevención y la reutilización primen sobre el reciclaje y la eliminación.
Identificar puntos críticos
Sin embargo, los avances en la aplicación de estas leyes son desiguales. La AEMA advierte de que la mejora gradual de los sistemas de gestión de residuos no será suficiente si no se aborda de manera integral el problema desde su origen.
La Agencia juzga necesario comprender mejor las vías de transporte de los residuos, especialmente a través de los ríos, que actúan como conductores principales de la basuraleza hacia el mar. En este sentido, la monitorización y la investigación son «esenciales para identificar puntos críticos y diseñar medidas efectivas».
Políticas basadas en evidencias
La ciencia ciudadana se ha erigido como una aliada valiosa en esta tarea. Iniciativas como Marine LitterWatch, impulsada por la AEMA, recopilan datos sobre basura marina en playas de toda Europa gracias a la participación de voluntarios y organizaciones. Estos esfuerzos permiten obtener información valiosa sobre la distribución y el tipo de residuos, facilitando el diseño de políticas basadas en evidencias.
«El sucio secreto de la basura marina es que el 100% es causado por nosotros y todo es prevenible», expone la AEMA. El reto está en transformar esta conciencia en acción coordinada y efectiva, concluye.