La Calle del Cementerio quizá no parezca la más adecuada para un centro cultural, pero en Mazaleón –un municipio turolense de apenas 500 habitantes– es ahí donde se levanta L’Argilaga, un espacio autogestionado que ha convertido la música en motor de vida comunitaria. La iniciativa, impulsada por un grupo de jóvenes de la comarca, comenzó en 2016 en el pueblo vecino de Valderrobres y, desde entonces, la sala ha albergado cerca de 170 actividades. «Habían cerrado las últimas salas de conciertos en el Matarraña y queríamos hacer algo para que hubiera espacio para la música en directo», recuerda Marc Martí, fundador y organizador. Cuando en 2019 se vendió el local en Valderrobres, el colectivo decidió trasladarse a Mazaleón, donde residían varios de sus integrantes. Así nació la actual etapa del centro social autogestionado L´Argilaga.
Desde el principio, el proyecto se ha guiado por un principio básico: «Se gestiona todo sin pedir ayudas a ninguna entidad pública, así no tenemos que dar explicaciones ni depender de nadie», explica Martí. Esta apuesta por la autogestión, añade, no es tarea fácil, especialmente cuando el traslado les pilló en tiempos de pandemia: «Cuando nos mudamos, los miembros de la organización compraron todo el equipo de sonido. Tardamos casi dos años en quitarnos la deuda porque nos pilló el covid de por medio». Las actividades se programan en función de la disponibilidad de los organizadores, en la actualidad todos vecinos de Mazaleón. Los conciertos no se organizan bajo una estructura jerarquizada y se adaptan, como dice Martí, «a los ritmos vitales de la gente que está dentro».
El sistema de L’Argilaga ha atraído a grupos locales, nacionales e internacionales: desde bandas punk del Matarraña, como Los Draps, pasando por artistas de España (Manolo Kabezabolo o los madrileños Mäbu) e incluso del extranjero, como el músico escocés Howie Reeve. «Nosotros no solemos llamar a la gente, sino que la gente nos llama a nosotros. Hemos hablado con grupos que llenan festivales, que han estado de gira en Japón (se refiere al dúo alavés Dupla)… Suena extraño, pero les llama la atención que haya un sitio así en un pueblo tan pequeño y perdido en el mundo», explica Martí.
La ubicación de Mazaleón, en zona de paso entre Madrid y Cataluña y País Vasco y Valencia, junto con la difusión boca a boca y en redes sociales, ha contribuido al éxito de la sala. De esta manera, en el local se ha dado cabida a actuaciones de una gran variedad musical: «Hemos tenido punk, heavy metal, electrónica, reggae, jazz, un arpa, violines, incluso un cuarteto de viento haciendo bandas sonoras… Bajo la condición de que se respeten los derechos humanos, intentamos dar cabida a todo tipo de expresiones culturales».
En L´Argilaga no todo es música en directo. Aproximadamente un 20% de su programación está dedicada a otras actividades culturales, muchas de ellas organizadas por la propia gente del pueblo: talleres, espectáculos de magia, monólogos, teatro… Detrás del centro, explica Martí, no solo está la pretensión de darle vida al municipio, sino también un compromiso social y feminista: «En el 8M hacemos actos todos los años porque pensamos que es muy importante. De hecho, dentro de la programación, intentamos que casi siempre haya mujeres en la programación, y por ahora tenemos más o menos calculado que en el 54% de los actos siempre hay una mujer en el escenario».
Mural pintado en el 8M de 2022, organizado por el CSA L’Argilaga (Mazaleón) / CSA L´ARGILAGA
Compaginar el proyecto con la agenda popular y otras entidades sin ánimo de lucro de la zona también es crucial, explica Martí. Por eso en verano, cuando las fiestas populares resuenan en los pueblos, L´Argilaga reduce su actividad. Pero al terminar la temporada estival, el local vuelve a abrir sus puertas: este sábado 30 de agosto, a las 22.30 horas, habrá un tributo a Siniestro Total y el próximo 13 de septiembre actuarán los Wet Cactus, desde el País Vasco. Paradójicamente, la Calle del Cementerio vuelve a la vida una temporada más. El próximo año, con el décimo aniversario del proyecto, Mazaleón volverá a demostrar que en los rincones más pequeños también pueden surgir grandes actividades culturales.