Si la situación del urogallo cantábrico ya era considerada como crítica, la ola de incendios que ha asolado el norte de la provincia de León y el Suroccidente asturiano, ha dejado a esta especie en peligro de extinción bajo una incertidumbre absoluta. De los 209 ejemplares estimados por el Ministerio de Transición Ecológica, solo un 33% (unos setenta ejemplares), permanecen en la zona de Ibias, Cangas del Narcea y Degaña, estos dos últimos muy afectados por el fuego. El resto se reparten en el norte de León entre Alto Sil, Laciana y Omaña, también con protagonismo de las llamas.
Rolando Rodríguez, investigador y profesor de la Universidad de Exeter (Inglaterra), indica que «habrá que esperar a valorar las zonas quemadas«, pero adelanta que «la situación es problemática». Por ejemplo, Rodríguez explica la cara B de un discurso «muy repetido en los medios», como es el de prevenir el retorno de los incendios con la limpieza del bosque: «Lo que quieren limpiar es el espacio en el que viven; si destruimos las pocas zonas que quedan sin quemar, vamos a darles la puntilla. Para prevenir nuevos incendios se quiere suprimir el hábitat del urogallo».
Además, también critica la denominada «mejora de hábitat», la cual el investigador tilda de «destrucción del hábitat». «No han hecho ningún estudio sobre la gestión que llevan haciendo 20 años. Tienes que hacer un seguimiento para ver si funciona o no, sino, no lo puedes saber», afirma.
Reducción drástica
Otro de los mayores riesgos es la dispersión que hubo al intentar escapar de las llamas, que deja a la especie con una densidad muy pobre. Esta desbandada acentúa una reducción que la especie lleva acusando desde hace décadas. Su presencia en la Cordillera Cantábrica ha disminuido en un 90% en el último medio siglo, con un descenso dramático de la superficie ocupada: de 30.000 kilómetros cuadrados antes del siglo XX, se bajó a un tercio a principios de los 70, y volvió a reducirse en la actualidad, con menos de 1.000 kilómetros cuadrados.
Esto causará «efectos negativos» en aspectos como la reproducción o la supervivencia, que se suman a un futuro ya de por sí, poco esperanzador: según Rodríguez, «no se está haciendo nada que favorezca al urogallo, todo lo contrario».
Por último, Rodríguez también denuncia la amenaza de zonificación del hayedo del Monasterio de Hermo (Cangas del Narcea), cercano a la Reserva de la Biosfera de Muniellos, que hará que esta zona, poblada de urogallos, se saque de esta categoría y se convierta en una zona de transición que pueda ser potencialmente edificable.
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