La verdad es que tanto las distintas administraciones como las entidades abonadas a la concesión de premios, no se devanan mucho la sesera a la hora de elegir a sus destinatarios. No me diga por qué, todos, unos más que otros, tienen el síndrome de adoración a las celebridades. Bueno, y si fueran celebridades bien iría la cosa. Lo malo es que se les hace el culito agua por cualquiera que salga en televisión, aunque sea para no decir nada o hacer el imbécil.
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