JUAN JOSÉ MILLÁS | Un intento de cura

El lunes es el gran hallazgo para proporcionar el espejismo colectivo de comenzar de cero. / ShutterStock

En un esfuerzo por poner orden en mi vida, empecé la jornada afeitándome (arrastraba una sucia barba de seis o siete días). No era la primera vez, claro, que me afeitaba, pero sí la primera en mucho tiempo que otorgaba a aquel gesto un valor simbólico extraordinario. Como si al retirar con la cuchilla la espuma (punteada de pelos), despejara también las tinieblas mentales. Me daba la impresión de borrar de mi cara un yo (o parte de un yo) que ya no me era útil. Sentí que el lavabo recibía, agradecido, esa ofrenda casi ritual de lo que sobraba. Y en el espejo, a medida que la piel del rostro quedaba limpia, se manifestaba la ilusión (algo frágil, es cierto) de empezar de cero.

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