Cómo quieres ser mi amiga

Un mozo conoce a una moza y su corazón queda prendado, el corazón de él, y ella, que tiene otros planes, otras inclinaciones futuras, otros vuelos más altos en su imaginación, le ofrece amablemente su amistad. Ah, monumental tragedia. Litros y litros de tinta, ayer palpable y hoy virtual, se han derramado consignando historias de este tipo. Tinta derramada inútilmente, pues a fin de cuentas es un drama que no llega jamás a comprenderse por completo. Se requiere haber protagonizado tan horrible y desgraciada comedia para entender verdaderamente el amargo dolor de un rechazo disfrazado de amistad: triste y aterrador consuelo. Se hace indispensable haber transitado este espinoso sendero del amor no correspondido para alcanzar mínimamente el sentido de una absoluta desolación. Y desolación es palabra anodina, es imagen confusa, pincel que nada ilustra en desgarrado lienzo, concepto pobre que se queda bien corto.

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