Lejos de rendirse al ruido, el mirlo acuático ha desarrollado una solución ingeniosa: cuando el sonido de su canto no es suficiente, utiliza los destellos de sus párpados blancos para enviar mensajes claros y visibles a sus congéneres.
En el entorno de los ríos de corriente rápida, donde el sonido del agua puede ahogar casi cualquier otro ruido, el mirlo acuático europeo (Cinclus cinclus) ha desarrollado una estrategia de comunicación sofisticada y visual. Un nuevo estudio publicado en Current Biology ha revelado que esta ave no solo adapta su canto para hacerse oír, sino que también utiliza un recurso inesperado: el parpadeo de sus párpados como una forma de lenguaje visual.
A diferencia de otras aves, el mirlo acuático posee unos párpados cubiertos de plumas de un blanco puro que contrastan intensamente con el plumaje oscuro de su cabeza. Este rasgo convierte cada parpadeo en un destello visible, incluso a distancia para un observador. Los investigadores descubrieron que este acto no es meramente fisiológico, sino que tiene un claro propósito comunicativo.
En un experimento donde se simulaba la intrusión de un rival en su territorio, las aves que respondían de forma más agresiva —acercándose al intruso, cantando más y volando agitadamente— también exhibían una mayor frecuencia de parpadeo. Esto sugiere que los destellos de sus párpados blancos actúan como una señal de agresividad, un mensaje visual que complementa la información transmitida a través de su canto.
Doble estrategia frente al ruido
El estudio demuestra que los mirlos acuáticos emplean un enfoque doble para comunicarse de manera efectiva en su ruidoso hábitat. Por un lado, ajustan sus señales acústicas y, por otro, recurren a las visuales, mostrando una asombrosa flexibilidad.
Al igual que una persona levanta la voz para hacerse oír en un lugar concurrido, los mirlos acuáticos aumentan el volumen de su canto a medida que el ruido del río se intensifica. Este fenómeno, conocido como «efecto Lombard«, es una de sus herramientas para combatir el enmascaramiento acústico. Sin embargo, su adaptación vocal va más allá.
Las aves también modifican la estructura de su canto: en los lugares más ruidosos, tienden a utilizar sílabas más simples, como trinos de frecuencia estrecha, y disminuyen el uso de cantos más largos y complejos. Estos sonidos más sencillos son más fáciles de percibir y distinguir por encima del estruendo constante del agua.
Ver es mejor que oír
La revelación más importante del estudio, no obstante, es el descubrimiento de un «cambio multimodal». Este concepto se refiere a la capacidad de un animal para cambiar el énfasis de un canal sensorial a otro (del oído a la vista, en este caso) según las condiciones ambientales. Los investigadores observaron un claro trueque entre el canto y el parpadeo. En presencia de otro mirlo, a medida que el ruido del río aumentaba, las aves no solo cantaban más fuerte, sino que llegaban a un punto en que optaban por cantar con menor intensidad y, a cambio, aumentaban limitadamente su frecuencia de parpadeo.
Este comportamiento es una demostración excepcional de plasticidad, enfatizan los investigadores. El ave evalúa activamente su entorno y, cuando el canal acústico está demasiado saturado de ruido, traslada parte del mensaje al canal visual, que resulta más eficaz.
Referencia
Stream noise induces song plasticity and a shift to visual signals in a riverine songbird. Léna de Framond et al. Current Biology, 15 August 2025. DOI:https://doi.org/10.1016/j.cub.2025.07.049
Contexto social
Es importante destacar que esta adaptación solo ocurriría en un contexto social, es decir, cuando había otro mirlo cerca. Las aves solitarias no ajustan su parpadeo en función del ruido, lo que refuerza la idea de que se trata de una señal deliberada dirigida a un receptor.
Ese comportamiento indica que el mirlo acuático ha evolucionado para no ser una víctima pasiva de su ruido hogareño. Mediante una combinación de ajustes vocales y un ingenioso uso de sus párpados como señales visuales, estas aves pueden modular y reasignar sus recursos de comunicación en tiempo real.
Este hallazgo no solo nos ofrece una visión más profunda de la complejidad del lenguaje animal, sino que también subraya cómo la plasticidad del comportamiento es clave para la supervivencia y el éxito evolutivo en entornos desafiantes, concluyen los investigadores.