Era martes 1 de junio de 2021, cuando Éric recogió a su hijo Sohann del colegio, como otro día cualquiera. Al llegar a casa, su esposa no estaba. «Enseguida comprendí que algo grave le había pasado a Sandrine», explica este agricultor de Côtes-d’Armor, una localidad situada en la Bretaña, noroeste de Francia. Minutos después, Éric halló a su mujer colgada en la caseta donde cuidaba a sus perros.
Su testimonio conmovió a todo el país, pero no es un caso aislado. Es uno más del problema creciente que atraviesa el campo francés. Sébastien, agricultor de 40 años en Gard, se sintió desbordado por las pérdidas económicas de la explotación familiar y decidió quitarse la vida. Lo mismo ocurrió con Jean-Pierre, otro ganadero que se disparó una bala en el corazón en la misma granja tras años de agotamiento físico y mental. «Trabajaba hasta 16 horas por día. Nadie imaginó que tiraría la toalla en algún momento. No hay que ser muy inteligente para entenderlo. Es un agotamiento físico y moral. Él veía que ya no ganaba dinero con el negocio familiar», relató su hermana a los medios.
En Francia, un agricultor se suicida cada dos días, según un informe de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Una tasa tres veces superior que en el resto de sectores, que ha encendido los debates parlamentarios en el país, en los que se buscan respuestas a por qué los agricultores tienen un 30% más de riesgo de quitarse la vida que el resto de ciudadanos. Para el diputado ecologista, Yannick Jadot, el motivo se encuentra en que «un tercio de los agricultores vive por debajo del umbral de la pobreza», especialmente los hombres ganaderos de bovino y caprino, que en muchos casos apenas rozan la mitad del salario mínimo francés (1.426 euros netos al mes).
Protesta de agricultores franceses contra el acuerdo UE-Mercosur, que consideran que supondrá competencia desleal. / MATTHIEU MIRVILLE / AP
El último informe de la seguridad social rural de Francia (MSA) lo confirma: «Los trabajadores del campo de entre 15 y 64 años tienen un mayor riesgo de mortalidad por suicidio», y en el caso de solo considerar a los propietarios de explotaciones agrícolas, excluyendo a sus empleados, la amenaza se eleva a un 77,3%.
«Los franceses deben entender que son ellos quienes nos alimentan, y debemos apoyarlos para que ganen un sueldo decente y puedan seguir alimentándonos», explica Patrick Maurin, candidato a las municipales de 2026 y vecino de Marmande, localidad que en los últimos años ha visto cómo una decena de campesinos se han quitado la vida.
Motivos «multifactoriales»
Hasta la fecha, se han realizado pocas investigaciones sobre la salud mental de quienes trabajan en los campos europeos. Aun así, los pocos datos que existen demuestran un claro aumento del estrés y los problemas psicológicos entre los trabajadores agrícolas en los últimos años.
En 2021, alertados por la precaria situación rural de Francia, los senadores Henri Cabanel y Françoise Férat publicaron un informe en el que, si bien señalan que las causas del suicidio siguen siendo multifactoriales, apuntan a tres grandes ejes recurrentes entre los testimonios recopilados: la cuestión económica y el endeudamiento, las trabas burocráticas y las recientes normativas europeas. Todo ello obliga a muchos pequeños agricultores a trabajar hasta 16 horas diarias para hacer frente a sus deudas.
El estudio también resalta «el sentimiento de denigración, el aislamiento y las complejas relaciones familiares provocadas por la herencia y el peso de la transmisión«. A esto se suma la incertidumbre de la gestión de las explotaciones agrícolas, que además de exigir un constante mantenimiento de las infraestructuras, se encuentran a merced de los riesgos climáticos y sanitarios, como inundaciones o los recurrentes brotes de gripe aviar en el país galo.
Motivos que han llevado a que en los últimos 20 años, el número de explotaciones agrícolas en Francia haya disminuido un 41%, pasando de 664.000 en el año 2000, a 390.000 en 2020, según datos de INSEE. El instituto de estadística público estima que si la situación no mejora, Francia podría contar con tan solo 275.000 explotaciones agrícolas en 2035.
Un problema que se extiende por el mundo
Aunque Francia encabeza la visibilidad de este drama, no es la única. A su vecina España, también le golpea esta situación. El pasado mes de julio, David Lafoz, agricultor español de 27 años se suicidó tras «no aguantar más las inspecciones de Hacienda ni de Trabajo», escribió el mismo joven en su carta de despedida. Lafoz era conocido por encabezar las últimas protestas agrícolas en el país y su muerte desató un intenso debate sobre la precariedad del sector agrícola español.
El fenómeno se extiende por toda Europa. Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU‑OSHA), en Finlandia, en Irlanda o en Noruega la mitad de los trabajadores agrícolas reconocen niveles altos de estrés laboral y pensamientos suicidas. Y fuera de la Unión Europea, el panorama aún es más alarmante: entre 2022 y 2024, 3.090 agricultores se suicidaron en Maharashtra (India), debido a las deudas y la pérdida de sus cosechas. «El principal motivo por el que los agricultores cometen suicidio en la India es debido a la falla de sus explotaciones. Cuando la producción no da sus frutos la frustración es tremenda y la falta de rendimiento que justifique esa plantación también», explicó la directora de Ciencia y Tecnología de la ONG india Save Soil, Praveena Srindhar, durante la COP29, donde se puso sobre la mesa por primera vez esta problemática.
Apoyo psicológico
«Nos sentimos abandonados por el Gobierno. El campo no puede aguantar más», gritaba un agricultor de Agen, comuna de Lot-et-Garone, durante los bloqueos bautizados como «Cólera agrícola» en enero de 2024. Desde aquellas protestas, «poco o nada ha cambiado» para el campo francés.
Aunque algunas asociaciones locales, como Solidarité Paysans, no tiran la toalla. Llevan 30 años ayudando a miles de pequeños productores franceses a abordar los problemas financieros que sufren. Cada año reciben una media de 3.000 casos, unos 80 al día. «La presión familiar y la presión social hace que sea muy difícil tomar distancia con las generaciones anteriores. La mirada de los otros, la vergüenza, hace que a los agricultores les cueste decir que uno enfrenta dificultades», cuenta para France24, Isabelle Gregorie, psicóloga y trabajadora social en la organización.
También la plataforma Agri’écoute, creada en 2021, ofrece un servicio telefónico gratuito y disponible las 24 horas para agricultores en situación de soledad, depresión o ahogo financiero. Solo en 2024 atendió 4.400 llamadas.
Sin embargo, el drama rural no es solo números ni porcentajes, son historias de vidas truncadas, de familias rotas y de comunidades a las que se les agota la esperanza.
Suscríbete para seguir leyendo