Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, acostumbra a dar noticias cada año cuando habla en la reunión en Jackson Hole (Wyoming) y este viernes no ha sido distinto. Powell ha dejado la puerta abierta a una rebaja de los tipos de interés en la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) el 16 y 17 de septiembre y lo ha hecho con más claridad de lo que se anticipaba, un mensaje que ha provocado reacciones de subida en los mercados.
Las palabras y el tono de Powell sugieren que se aleja la posibilidad de un recorte de tipos de 0,5 puntos porcentuales por el que han clamado figuras como el secretario del Tesoro de Trump, Scott Bessent, pero sí acercan la bajada de 0,25 puntos.
Powell no ha llegado a comprometer que esa política de recortes vaya a ser mantenida en el tiempo, en parte porque ha identificado la compleja situación que enfrenta la economía, que representa un balance delicado para el mandato dual de la Fed de buscar el pleno empleo y una inflación del 2%.
Concretamente, Powell ha señalado a la estabilidad actual del mercado laboral, que se debe a lo que ha identificado como un “curioso equilibrio” entre el ralentizamiento tanto de oferta como de demanda de empleo. Por otra parte, ha mencionado los riesgos de aumento de inflación, en parte por el impacto de los aranceles de Donald Trump, aunque ha sugerido por primera vez más confianza en que el impacto de esos precios más altos podría ser temporalmente limitado.
La presión política
La expectación ante este discurso de Powell era inmensa, y no solo por el contenido económico sino por el momento político en que llega. El presidente Trump mantiene desde que ha regresado a la Casa Blanca una feroz e incesante campaña de presión y crítica dirigida al banco central y, especialmente, hacia Powell. El mandatario exige un recorte de tipos que ayude a una economía impactada por sus aranceles y se muestra impasible ante el daño descomunal que provoca en la credibilidad de EEUU su asalto a la independencia de la Fed.
Powell hasta ahora ha mostrado un talante de hielo para resistir, como pocos, esas embestidas de Trump. Lo demostró el mes pasado, cuando se atrevió a enmendar al presidente ante los periodistas cuando este trató de tenderle una emboscada en una visita a las obras de renovación de la sede central de la Fed, donde Trump ha tratado de agitar fantasmas de excesos innecesarios de gasto que han elevado el presupuesto de la obra.
Este viernes en Jackson Hole también ha dejado un mensaje de independencia con sutil elegancia. Y lo ha hecho al recordar que los miembros del FOMC toman sus decisiones “basados solo en su valoración de los datos y sus implicaciones para las perspectivas económicas y el balance de riesgos. Nunca nos alejaremos de ese enfoque”, ha dicho.
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