El RCD Mallorca ha cerrado esta temporada las puertas a uno de sus abonados. Después de diez años, este año la “política de empresa” del club no permite que Daniel pueda disfrutar de aquello que más feliz le hace: animar a los suyos desde las gradas de Son Moix.
Daniel, de 59 años, es un socio del Mallorca como muchos otros: espera toda la semana para ver a su equipo, vibra con sus goles, se enfada con las situaciones polémicas y sufre, como todo corazón mallorquinista, en los minutos finales de partido. “A él le encanta el Mallorca. Es algo que vive con mucha intensidad, es su pasión”, afirma su sobrina Priscila a Diario de Mallorca.
Sin embargo, este año Daniel no ha podido empezar la nueva temporada sentado en la misma localidad en la que lo ha hecho durante una década. Y es que el socio cuenta con una discapacidad psíquica del 76% que no le permite asistir al campo de manera independiente y el club, dice Priscila, no le permite llevar a un acompañante. “Hasta ahora, él iba con Joan, su cuñado y socio de toda la vida, pero este falleció en abril. Ahora nuestra intención era que fuera con mi marido como acompañante, pero nos dijeron que no”.
Según explica Priscila, la familia empezó a buscar soluciones para que su tío pudiera seguir yendo a Son Moix. Joan, con quien había ido hasta entonces, ya era socio por su cuenta desde antes de que Daniel comenzara a asistir con él. Para esta temporada, necesitaban a otra persona para acompañarlo, aunque no fuera del Mallorca, simplemente porque no puede ir solo. Pero en este caso, solicitaron al club un carné de acompañante para una persona con discapacidad psíquica.
Daniel, a la derecha, con Joan en Son Moix. / P. S.
El conflicto
La familia pidió a la institución bloquear el asiento de Joan, contiguo al de Daniel, para que el marido de Priscila pudiera ser su acompañante a partir de ahora. “Todo estaba ligado a la cuenta de Joan y no teníamos acceso. Ponernos en contacto con el club ya nos costó muchísimo”, añade. “Lo primero que nos propusieron fue que no dijéramos que Joan había fallecido y que ellos no tenían por qué enterarse, pero les dijimos que no nos parecía bien”, destaca. Finalmente, el club dio el visto bueno a la operación, renovó el carné de Daniel e instó a la familia a regresar a las oficinas durante el período de altas para gestionar el abono del acompañante por 505€.
El marido de Priscila volvió el día 4 de agosto para pagar su parte y, cuando ya estaba en el coche de vuelta a casa, recibió una llamada del club pidiendo que volviera a las oficinas. Allí, otra trabajadora le explicó que por política de la empresa solamente los minusválidos que van en silla de ruedas tienen derecho a un acompañante, los psíquicos no: “Le dijo que, o pagaba 485 euros más, o les devolvían los dos abonos, que no podía ser”.
“Al día siguiente, mi marido volvió con mi madre, que llevó el auto judicial en el que pone que mi tío no puede hacer nada sin supervisión, que tiene una mentalidad de un niño de 7, se expresa como uno de 2 y que ella tiene su curatela legal”, cuenta. Al cabo de unos días, la familia recibió de vuelta el dinero de los dos abonos. “Hemos intentado volver a contactar con el club, hemos llamado por teléfono, hemos mandado mails… y no hemos vuelto a poder hablar con ellos, no nos responden”, señala Priscila.
Así, Priscila optó por hacer ruido en redes sociales y por poner en marcha una petición de change.org que ya han firmado más de 600 personas. “Hemos recibido mucho apoyo, tanto por parte de otros aficionados como del Moviment Mallorquinista”. La situación, para ella, es injusta: “Una silla de ruedas se ve, se coloca a la persona en un sitio determinado y puede llevar un acompañante. En cambio, una persona con una discapacidad psíquica, como físicamente no se ve, no tiene los mismos derechos”, defiende.
Ahora, Priscila y su familia esperan una rectificación por parte del club en el caso de Daniel, pero, sobre todo, señalan la necesidad de un cambio en la política de la empresa: “Lo ideal sería que cualquier persona con una discapacidad como esta, porque estamos hablando de más del 65%, pudiese llevar acompañante”. “Pero con los disminuidos psíquicos, que como mínimo se planteen estudiar cada caso en concreto”, demanda. Que, además, según explica, es lo que recomienda la normativa de la UEFA en estos casos.
El caso de Daniel ha sido el primero que ha resonado en el Mallorca. Sin embargo, Priscila está segura de que deben existir otros que se desconocen y en los que también queda clara la necesidad de un acompañante. “Tú no dejarías a un niño de 7 ir solo al fútbol, pues tampoco puedes dejar a mi tío ir solo a un estadio”, sostiene.
“Está enfadado”, afirma Priscila sobre su tío: “Cuando falleció Joan, empezó a preguntar con quién iba a ir a los partidos, porque para él era muy importante”. “Él acude a una coordinadora de discapacitados psíquicos cada día donde hacen manualidades. Y todo lo que hace mi tío siempre está relacionado con el Mallorca o con sus colores”, explica. “Siempre habla de eso, cuando hay partido siempre envía fotos de que está ahí y va enviando el resultado”, señala orgullosa.

Daniel y la manualidad elaborada con su coordinadora inspirada en el Mallorca. / P. S.
La versión del Mallorca
Por su parte, el club asegura a este diario que todo se debe a un malentendido, a un error humano. Afirman que “en ningún momento se aseguró a la familia algo que no era cierto”, sino que el problema se debe a una confusión entre si el abono, al cambiar de titular, era una renovación o una alta. Sin embargo, resaltan, se cumplió con la normativa del club en este aspecto, que aplica el descuento por acompañante solo a las localidades destinadas a personas en silla de ruedas. En el resto de casos, la persona puede ir acompañada de otra al campo, pero sin entrar en la categoría de “acompañante”. Y ahí está el punto clave del conflicto. Desde el Mallorca explican que, en caso de querer que se actúe de forma distinta, debería plantearse un cambio de normativa desde la dirección de la entidad para que se aplicara también al resto de afectados.
De momento, Daniel ya se ha perdido el Mallorca-Barça que abrió la lata de la nueva temporada. La pregunta es, ¿cuánto tiempo más pasará hasta que pueda volver a disfrutar de aquello que más le gusta?