JUAN JOSÉ MILLÁS | Lo visible y lo invisible

Incendio forestal entre Aragüés del Puerto y el Valle de Hecho (Huesca). / INFOAR

Arden las copas de los árboles, arden sus troncos, se cuecen sus raíces, se abrasa el sotobosque, con sus plántulas (qué palabra hermosa, plántula), que prosperaban bajo la protección de los helechos, los arbustos y los matorrales. Se va al carajo el musgo, sobre el que nos gustaba pasar suavemente los dedos de la mano como quien acaricia la mejilla de su amante. Se van a la mierda los líquenes, que llevaban meses o años dibujando excelentes cuadros abstractos sobre las piedras y los troncos del templo vegetal. El liquen, pobre, carece de corteza protectora, carece de raíz. Cuando desaparece un liquen, es como si se despintara un picasso.

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