Después de dos meses sin deberes ni actividades extraescolares, con horarios más flexibles y más tiempo de ocio, la vuelta a la rutina, con los madrugones y, por tanto, la necesidad de cenar y acostarse también antes, puede resultar duro para muchos pequeños. A pesar de que los expertos reconocen que los niños tienen una gran capacidad de adaptación, recomiendan ir preparando de forma gradual la nueva incorporación a la vida escolar para procurar que este tiempo de adaptación sea lo más breve y llevadera posible.
Fuente