Todo arrancó con una decisión estratégica con muchas aristas. El día después de notificar a Luka Modric (y al propio Xabi Alonso) que el club no renovaría al croata, el Real Madrid tomó la decisión de proponerle a Kylian Mbappé cambiar el dorsal del 9 al 10. Determinación que ha generado una montaña de dinero al club y que ha sido aprovechada por el técnico para dibujar un nuevo ecosistema para el delantero francés.
Ventas récords de camisetas
Los primeros cálculos del club confirman que las ventas de la zamarra del francés con el número 10 han superado en su primer mes el histórico promedio de 3.300 camisetas vendidas al día, récord que mantenía Cristiano Ronaldo desde 2009 superando incluso el desembarco de Bellingham o el del propio Mbappé con el 9. De hecho, según un estudio de la empresa Euromericas Sport Marketing, el Real Madrid habría vendido 345.000 camisetas de Mbappé con el 10 solo en las primeras 48 horas, cifra que confirma el acierto estratégico del club, que ha encontrado un ingreso extra inesperado con este sencillo movimiento en el que encontró la complicidad del galo.
Pero más allá del éxito de mercadotecnia, esta refundación del fenómeno Mbappé ha permitido al recién llegado Xabi Alonso construir un nuevo relato alrededor del francés, al que trata de convencer de que asuma el liderazgo del Madrid en el campo y fuera de él. Un rol inspirador para sus compañeros que trascienda a su desequilibrante desempeño en el césped con actuaciones como la de anoche ante Osasuna. Ni Luis Enrique ni Carlo Ancelotti consiguieron embarcar a Mbappé en lo que los estadounidenses llaman deportivamente “una misión”. A Kylian le persigue la escena del documental de Luis Enrique en la que el asturiano trata de despertar su gen competitivo comparándolo con Michael Jordan, quien además de ser el mejor jugador de baloncesto de la historia en ataque, era un modelo defensivo para sus compañeros. El de Bondy nunca sacó ese colmillo competitivo y desde entonces le persigue ese halo de indolencia.
Kylian Mbappé celebra su gol ante Osasuna / Oscar J. Barroso / AFP7 / Europa Press
Mbappé no ha mostrado el obsesivo afán ganador de Michael Jordan o de un deportista más cercano como Rafa Nadal. Kylian tiene un don para jugar al fútbol y cuando salta al césped se divierte y detesta perder. Pero cuando se apagan los focos, vive alejado del fútbol, deporte que no consume de forma compulsiva. En su campaña de estreno como madridista confirmó que es un goleador exuberante anotando 44 goles y ganando la Bota de Oro, pero no resultó un futbolista inspirador para el vestuario como lo puede ser Valverde o lo fue en su día Cristiano.
Cuatro kilos menos
Xabi se mostró satisfecho con la actuación de Mbappé, con el que está trabajando en el día a día para inculcarle ese rol inspirador para el grupo: “Kylian hace muchas cosas bien, pero él quiere más. No sé si es por el número 10 o por su ambición de ganar, pero sentimos que quiere inspirar a quienes tiene a su alrededor. Y si es por el número mejor”. El delantero, que suma tres goles en los dos primeros partidos del Madrid esta temporada, relativizó la importancia del cambio de dorsal: “El 10 es relevante aquí, pero el 9 también lo era. Lo más importante es jugar en el Bernabéu con el Real Madrid. Volver a encontrarnos con la afición ha estado muy bien. Siempre que entramos al Bernabéu queremos jugar bien para los madridistas y la gente que nos sigue en casa”.
A Kylian se le ve más integrado en la dinámica del equipo con Xabi, sonríe más y ha perdido peso (cuatro kilos) en un cambio físico que busca ganar dinamismo porque Xabi le pide tener más protagonismo y presencia en ataque para asociarse con un Arda al que el francés busca cuando tiene la pelota: “Me siento muy bien, pero lo más importante es ayudar al equipo ofensiva y defensivamente. Lo demás va a pasar porque si tengo un buen espíritu, vamos a ganar partidos”. Xabi está reinventando al nuevo Mbappé, el 10 del Bernabéu.
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