Como dos motas de polvo brillantes suspendidas en la inmensidad del espacio, así se ven la Tierra y la Luna en la última imagen capturada por la misión Psyche a una distancia de 290 millones de kilómetros. Esta fotografía no solo inspira asombro, sino que cumple un objetivo crucial: afinar los «ojos» de la nave que un día desvelarán los secretos del núcleo de un antiguo planeta.
La nave espacial Psyche de la NASA ha capturado a 290 millones de kilómetros de distancia unas inéditas imágenes de la Tierra y la Luna. Estas fotografías, tomadas en julio de 2025, no solo ofrecen una perspectiva sobre nuestro lugar en el universo, sino que también marcan un hito crucial en la calibración de los instrumentos de la nave mientras se dirige hacia un asteroide metálico único.
Las imágenes se obtuvieron durante una serie de comprobaciones rutinarias de las cámaras gemelas de la nave los días 20 y 23 de julio. En ellas, la Tierra y la Luna aparecen como puntos brillantes en medio de un campo de estrellas en la constelación de Aries. Según un comunicado de la NASA, estas actividades son esenciales para preparar el generador de imágenes multiespectrales para su objetivo final: el estudio del asteroide 16 Psyche en 2029.
Tecnología de imagen avanzada
El generador de imágenes multiespectrales de Psyche consta de dos cámaras idénticas equipadas con lentes telescópicas y filtros diseñados para fotografiar la superficie del asteroide en diferentes longitudes de onda de luz. El objetivo de estas calibraciones es asegurar la precisión de los datos que se recopilarán.
Jim Bell, líder del instrumento de imágenes de Psyche en la Universidad Estatal de Arizona, explica el proceso: «estamos coleccionando ‘cromos’ del sistema solar de estos diferentes cuerpos y pasándolos por nuestro proceso de calibración para asegurarnos de que estamos obteniendo las respuestas correctas».
Los científicos eligen deliberadamente objetivos que, como el asteroide Psyche, brillan con la luz solar reflejada. A principios de este año, la nave ya había calibrado sus instrumentos con Júpiter y Marte, cuyos espectros más rojizos contrastan con los tonos más azules de la Tierra. El color y la forma del espectro de un cuerpo celeste pueden revelar detalles clave sobre su composición, una capacidad que será vital para analizar el asteroide metálico.
Desafíos técnicos en el espacio profundo
Este éxito llega después de que el equipo de la misión resolviera un importante problema en el sistema de propulsión. En abril de 2025, los ingenieros de la NASA detectaron una caída de presión en la línea de combustible de xenón que alimenta los propulsores eléctricos de la nave, lo que les obligó a apagar el sistema. Tras exhaustivas pruebas, determinaron que el mal funcionamiento de una válvula estaba obstruyendo el flujo de xenón.
Afortunadamente, la NASA logró cambiar a la línea de combustible de respaldo a finales de mayo, y los propulsores reanudaron su funcionamiento a mediados de junio de 2025. Bob Mase, director del proyecto de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, confirma que la nave se encuentra en buen estado: «estamos en marcha y todo funciona bien. Estamos en camino de sobrevolar Marte en mayo de 2026 y estamos cumpliendo todas nuestras actividades previstas para el crucero».
Un viaje para desvelar los secretos planetarios
Lanzada desde el Centro Espacial Kennedy en octubre de 2023, la nave Psyche ya ha recorrido más de 628 millones de los 1.000 millones de kilómetros que necesita para llegar al cinturón de asteroides. La misión utilizará la gravedad de Marte en mayo de 2026 como una honda para impulsarse hacia el asteroide 16 Psyche, al que llegará en agosto de 2029 para un estudio orbital de 26 meses.
Se cree que el asteroide Psyche, con unos 225 kilómetros de ancho, está compuesto en gran parte por metal de níquel-hierro y podría representar el núcleo expuesto de un antiguo planetesimal.
La misión tiene como objetivo proporcionar conocimientos sin precedentes sobre la formación de los planetas, estudiando lo que podría ser el remanente de una violenta colisión que arrancó las capas rocosas exteriores de un cuerpo planetario primitivo hace miles de millones de años.