El final feliz que convierte las lágrimas en sonrisas del niño mallorquinista que lloraba desconsoladamente en la derrota ante el Barcelona

El brusco arranque de temporada que se vivió en Son Moix ante el campeón FC Barcelona, en el que se vivieron más cosas que fútbol (polémico gol de Ferran con Raíllo tendido, dos expulsiones, calor…), dejó una imagen de frustración que dio la vuelta a España.

Se trataba de un niño mallorquinista captado por las cámaras de Movistar, un niño que lloraba desconsoladamente. Perfectamente ataviado con sus colores, la camiseta mallorquinista personalizada tanto la suya como la de su hermano y su gorro con dos cuernecitos a lo dimoni. Llorenç hacía gestos de frustración, no se sabe muy bien si por la derrota, si por las expulsiones, o por todo. El caso es que el niño se lamentaba y lloraba sin que el consuelo de sus padres pudiera contener el llanto. Su hermano se lo miraba también muy serio. 

Tras el impacto de esa imagen que captaron las cámaras de televisión, el RCD Mallorca localizaba a la familia y le ofrecía asistir al entrenamiento.  En el vídeo publicado por el club en un entrenamiento a puerta cerrada para los medios de comunicación, el joven Llorenç sonríe al estar en Son Bibiloni con su familia. Tras el entrenamiento, Llorenç Simonet y su hermano tienen ocasión de saludar uno por uno a todos los jugadores.

Los futbolistas del RCD Mallorca le chocan la mano, le sonríen, le preguntan cómo está y le dan ánimos; jugadores como Mascarell, Darder, Abdón, Mateu, Salas, se acercan a darle ánimos, después todos van desfilando. Muriqi le dice que no quiere verle más así de triste, Mojica que tiene que animar, Dani le pregunta si está mejor, todos le dan fuerzas para seguir con esa fidelidad a los colores. Los jugadores le regalan una camiseta que firman a continuación. 

Lo más curioso es cuando el hermano de Llorenç le muestra un esquema del equipo al técnico y Jagoba Arrasate le pregunta si tiene que jugar con ese sistema. También le anima a seguir igual, animando al equipo.

 Los dos hermanos terminan jugando sobre el césped del campo de entrenamiento del primer equipo, toda una jornada que jamás podrán olvidar los dos hermanos, y sus padres tampoco. Una muestra de fidelidad y amor a los colores que se ha visto correspondida. Nadie pensó que sería así, nadie lo buscó, las lágrimas de Llorenç eran las de cualquier niño que intenta digerir la decepción de ver a su equipo pasarlo mal. Así es el fútbol. 

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