“El cambio climático no es para tanto. No es tan grave como dicen”. La frase la suelta Nacho, de 14 años, mientras cena con su padre y su madre. El chaval asegura que ha visto muchos vídeos de TikTok donde los ‘influencers’ minimizan la emergencia climática. Sus padres, dos personas formadas y lectores habituales de prensa, tienen varias opciones. La primera es pasar palabra y hacer oídos sordos al comentario de su hijo. Error. La segunda es impartir una homilía sobre las verdades absolutas del calentamiento global. Error. La tercera -y la única válida- es preguntarle por qué opina de esa manera, iniciar una conversación de tú a tú y animarle a que argumente su afirmación.
Hay que hacer preguntas que abran diálogo y en lugar de cortar con un tajante ‘eso no es así’, preguntarle por qué piensa así
Para combatir la desinformación y polarización, Fad Juventud y BBVA acaban de lanzar un tutorial para acompañar a las familias de adolescentes a promover el pensamiento crítico una vez que atraviesan el delicado momento de enfrentarse a opiniones radicales o sesgadas. Los adolescentes, cuyo cerebro ‘ordena’ separarse de sus padres, quienes dejan de ser el modelo que fueron en la infancia, retan a los adultos con frases como “eso no es así”, “lo vi en un vídeo”, “me lo pasó mi amiga por WhatsApp”. Los jóvenes piensan que lo que ven y leen es la Biblia y que sus padres no se enteran de qué el mundo porque son de otra época y están equivocados. ¿Cómo afrontar esta situación? Enmarcado en el proyecto Educación Conectada, el tutorial de ambas instituciones está ya disponible en YouTube con el título ‘¿Hablas en casa con tu hijo o hija de cómo gestionar las diferencias de opinión?’.
«Pensar de manera diferente no es el problema. El reto es pensar con cabeza, hacerse preguntas y no replicar las ideas que sueltan otros»
Pensar de manera diferente no es el problema, insisten los expertos. El reto es pensar con cabeza, hacerse preguntas y no replicar las ideas que sueltan otros. Es decir, promover el pensamiento crítico. No solo para los bulos que recorren las redes -eso es más fácil- sino para cuestionar y debatir las ideas propias, las que pensamos que no están sesgadas.
Pensamiento crítico
“El hogar es uno de los primeros lugares donde se aprende a convivir con ideas distintas y a construir pensamiento propio”, señala Teresa Madrigal Valera, directora de Negocio Responsable de BBVA en España. “Fomentar el pensamiento crítico en casa es esencial para que niños, niñas y adolescentes aprendan a tomar decisiones informadas, convivir con la diferencia y desenvolverse con confianza en un mundo cada vez más complejo”, añade.
“Vivimos un momento en el que la desinformación no solo condiciona lo que pensamos, sino también cómo nos relacionamos. Por eso es fundamental que las familias se conviertan en espacios donde se dialogue, se contraste y se enseñe a pensar con espíritu crítico”, destaca Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud.
Huir de los interrogatorios y pasar a la escucha activa es uno de los principales consejos que dan los expertos. “Haz preguntas que abran diálogo. En vez de cortar con un ‘eso no es así’, prueba con ‘¿por qué piensas eso?’. Escuchar con atención es el primer paso”, advierten.
Cuestionar, no repetir
Compartir nuestra visión sin imponerla, explicar nuestro punto de vista sin invalidar su opinión y enseñar a que se puede pensar distinto desde el respeto resulta fundamental. También lo es normalizar el cambio de opinión, que no es rendirse sino evolucionar. “Enséñale a cuestionar, no a repetir. Ayúdale a identificar fuentes, contrastar información y revisar sus certezas sin temor”, concluyen.
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