El día a día se hace muy difícil

«La convivencia y el día a día son terribles, es como vivir en una cárcel: no puedes ni ir a por el pan, no puedes quitarle el ojo de encima», explica Mayte Torres, fotógrafa y vecina de Barcelona. Habla de su hijo Leo, un niño de 11 años diagnosticado con un autismo severo e importantes problemas de conducta. Torres envió una carta a EL PERIÓDICO en la que relataba su situación. Al terminar la escuela, esta madre se encontró sola y sin ningún apoyo. Explica que el Hogar Respir, de la Diputación de Barcelona, rechazó acogerle este verano porque la conducta del menor dificultaba la convivencia con el resto de usuarios. «En pleno verano nos dejaron a la intemperie ¿Qué hacemos? No tenemos ni una alternativa», lamentaba esta madre.

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