Una estrella forjada a fuego lento y una maratón hasta llegar al objetivo: ser titular con el primer equipo y apuntarse su primera diana como profesional. Con el dorsal número 22 a la espalda, Ale García mostró el domingo en el debut de la UD Las Palmas en Segunda División hambre, garra y valentía. Un canterano que siente los colores y que a pesar de los obstáculos, nunca dejó de creer en sus capacidades como futbolista.
Celebración de Ale García ante su gol al Andorra / J.PEREZ CURBELO
Formado en las categorías inferiores de la entidad amarilla, García despuntó sobre los demás bailando por la banda izquierda en el Juvenil B, pero cuando llegó a Las Palmas B frenó su trayectoria. La falta de confianza en sí mismo y los entrenadores que no ayudaron en su potencial fueron las principales piedras que hicieron que Ale dejara de sobresalir, por lo que el club tomó la decisión de ayudarle a volar mediante cesiones. Defendió la camiseta del Antequera CF en la temporada 2023/24 y el curso pasado la del Atlético Madrileño.
En Antequera, el canterano disputó 35 encuentros y anotó siete goles, a los que sumó tres asistencias. Una temporada brillante en la que se volvió a ver al mejor Ale García, y motivo que hizo al Atlético Madrileño fijarse en él. Pero en Madrid las cosas no fueron del todo bien. En los primeros encuentros de los rojiblancos, el canario se ganó la titularidad y en la cuarta jornada de Liga anotó ante el Alcorcón su único gol. Desde entonces, no se le volvió a ver más sobre el verde. Su rendimiento bajó, la confianza se esfumó y Ale García pasó de puntillas por la capital.
Un adiós temprano a papá
Durante esos años fuera de casa, además, Ale García tuvo que hacer frente al fallecimiento de su padre. Una enfermedad le arrebató la vida pocos meses después de que fuera diagnosticado y Ale perdió a su héroe, ese que le acompañó durante muchos años en busca de su sueño. «Espero que estés orgulloso de cómo he crecido este año, sé que me estás viendo y sé que estás disfrutando como lo hacías siempre», escribió el futbolista en sus redes sociales en el 2024.
Pero este verano todo cambió. Tras el final de su cesión con el Atlético Madrileño, Ale García regresó a Gran Canaria con la UD Las Palmas de la regeneración, en la que el técnico Luis García había cogido las riendas de un equipo rejuvenecido. El técnico ovetense, que vio destellos de calidad en el futbolista grancanario, decidió apostar por él y darle minutos -en total 189- durante la pretemporada de los amarillos. Una apuesta ganadora con la que llegó hasta el final, de manera que el domingo, en el primer partido de Liga, García alineó de inicio a Ale.
Un parecido con Neymar
Fue una sorpresa para todos, no porque se dudara del canterano, sino por la cantidad de delanteros que la UD Las Palmas tiene en plantilla. Ale García como nueve, como ya había probado en el amistoso de Barranco Seco ante el CD Tenerife y que tan bien salió. Ale García por delante de Marc Cardona y Recobita. Ale García como una postura firme y que volvió a salir bien. Gol a los siete minutos, ocasiones que pudieron dar la victoria a los amarillos y una celebración reivindicativa. El nueve estaba en casa.
«Jugaba en la banda izquierda y era el mejor, muy superior a los demás. Era estilo Neymar; encajaba y recortaba», recuerda uno de sus entrenadores en el Juvenil B. Cuando llegó a Las Palmas B comenzó a jugar de extremo y su potencial se frenó en seco. «Una vez incluso hablé con él y me dijo que no tenía confianza, y eso es la clave», comenta su ex técnico, quien realza la postura de Luis García a la hora de apostar por él. «García le ha dado el empujón que necesitaba. Ante el Andorra volví a ver al Ale de siempre, animando al público, presionante y terminando el partido de lateral derecho, algo que demuestra el buen estado de forma que tiene. Es más maduro y con buenos movimientos».
Con Luis García como ángel de Ale García, la apuesta ha sido ganadora para las tres partes: entrenador, jugador y afición. Un extremo con garra y alma que apunta alto en la UD Las Palmas, y al que sólo le hacía falta un poco de confianza para volver a creer. De momento, las estadísticas juegan a su favor: un partido, un gol, 90 minutos en el historial y el deseo de brillar por su padre, la estrella que siempre le acompaña, y la afición, que será la encargada de apoyarle hasta el final.
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