Conversaciones «constructivas» acerca de la guerra en Ucrania, en palabras del presidente de Rusia, Vladímir Putin. «Muy pocos temas quedan por resolver» con Moscú, contesta por su parte su homólogo norteamericano, Donald Trump. Después de tres horas de reunión bilateral, los máximos mandatarios de las dos superpotencias nucleares del planeta emergieron de las negociaciones para celebrar una rueda de prensa en la que no hubo turno de preguntas, y en la que aseguraron estar muy próximos a un acuerdo para detener las hostilidades en el país del este europeo, cuyos términos, eso sí, se negaron a concretar ante los periodistas. El líder de la Casa Blanca se limitó a anunciar que próximamente hablaría por teléfono con líderes de la OTAN y de los países concernidos para informar del contenido de sus conversaciones de este viernes con su homólogo ruso en Alaska.
«Hemos tenido una reunión extremadamente productiva, y nos hemos puesto de acuerdo en una serie de puntos; queda muy poco, algunos puntos no son muy importantes, aunque uno de ellos es probablemente el más importante», informó Trump, haciendo gala de escasa transparencia. «Todavía no hemos llegado a ello, pero tenemos muchas posibilidades de conseguirlo», apostilló el magnate neoyorquino.
Instantes antes, su homólogo ruso había abierto el turno de intervenciones con un largo discurso repleto de referencias las relaciones bilaterales entre Rusia y EEUU, y en el que tardó varios minutos en mencionar por su nombre al país que hace tres años ordenó invadir. «Esperamos que el acuerdo que hemos concluido llevará la paz a Ucrania», se limitó a decir, antes de repetir, una vez más, que su Gobierno tenía preocupaciones «de seguridad» y reiterar que consideraba al estado vecino de Rusia como «un pueblo hermano», cuestionando una vez más su derecho a la independencia y su soberanía nacional. Tras los discursos, los dos mandatarios se retiraron pese a las invocaciones y las protestas de los reporteros.
La cumbre había arrancado al filo de las 11.00 de la mañana, 21.00 en España. El Air Force One que transportaba al presidente de EEUU Donald Trump aterrizó en la base Elmendorf-Richardson, en las proximidades de Anchorage, una media hora antes que lo hiciera el Iliushin Il-96 presidencial que traía a su homólogo ruso Vladímir Putin desde el país vecino, escoltado en el último tramo del vuelo por dos cazas F-35. Ya sobre las pistas, entre el estruendo provocado por el sobrevuelo de más aviones de combate y hasta un bombardero B-2, ambos mandatarios se estrecharon la mano, se subieron a un podio presidido por las letras ‘Alaska 2025’ e intercambiaron palabras y hasta sonrisas, en una evidente atmósfera de complicidad, antes de introducirse juntos en la limusina presidencial, apodada ‘la Bestia’. Incluso se pudo ver al magnate neoyorquino aplaudiendo a su huésped en el momento en el que se acercaba a él.
Trump había advertido que tardaría «dos minutos» en comprender si su interlocutor no venía con intenciones genuinas de llegar a un acuerdo, amenazando incluso con abandonar la cumbre si ello sucedía. A tenor de lo que se vió en los primeros instantes de este encuentro, semejante posibilidad quedó de inmediato descartada. Asimismo, el gesto de viajar juntos en el mismo vehículo al escenario de las conversaciones, inusual entre los líderes de dos potencias supuestamente rivales, neutralizó de forma rauda algunas de las decisiones de última hora tomadas por ambas delegaciones. Poco antes de iniciarse la jornada, se anunció que ambos presidentes no celebrarían la reunión bilateral a solas, y que Trump estaría acompañado en ese trance por su secretario de Estado, Marco Rubio, y por Steven Witkoff, enviado especial de Trump. Pero los dos dirgentes pudieron finalmente hablar sin testigos en los momentos iniciales de la cumbre, extremo que causa inquietud entre los observadores y aliados. «La reunión a solas está teniendo lugar ante nuestros propios ojos», exclamaba sorprendida una periodista de la CNN.
Posteriormente, ya en una de las salas de la base militar, los dos presidentes posaron para los reporteros gráficos, también sin admitir preguntas, sentados en sillas y en un decorado que estaba presidido por la frase: «Persiguiendo la paz». En el momento en el que los ayudantes de Trump quisieron poner fin a la sesión fotográfica, un aluvión de preguntas procedentes de los periodistas se abalanzó sobre Putin, quien no lograba ocultar su incomodidad ante la situación creada. «¿Va a declarar un alto el fuego?; ¿cómo sería posible confiar en usted?», fueron algunas de las agresivas cuestiones, entre gritos, mientras los organizadores se afanaban en acallar a los reporteros: «¡vámonos, vámonos!; ¡gracias prensa!», exclamaban.
La precipitación con la que se ha convocado la cumbre, y la disposición de Trump a recibir al presidente ruso en territorio estadounidense, rompiendo el aislamiento internacional al que le había sometido la comunidad internacional tras la invasión de Ucrania pese a la ausencia de concesiones por parte de Moscú, han suscitado críticas entre algunos miembros del entorno de Trump durante su primera presidencia. «Lo que estamos viendo no tiene precedentes», lamentó John Bolton, exconsejero de seguridad nacional del actual líder de la Casa Blanca.
Equipo económico nutrido
La cumbre debía prolongarse inicialmente entre seis y siete horas, según fuentes rusas, pero finalmente se acortó a la mitad. Putin traía consigo una nutrida representación de su equipo económico, incluyendo al ministro de Finanzas, Antón Siluanov y al presidente del Fondo de Inversión Directa, Kirill Dmitriev. A Trump le acompañan sus secretarios de Comercio y Tesoro, Howard Lutnick y Scott Bessent. Muchos observadores habían advertido que el Kremlin intentaría alejar el foco de las conversaciones de la guerra de Ucrania, y centrarlo en las perspectivas de la cooperación económica entre ambos países, como finalmente acabó sucediendo.
Todo apunta a que Rusia, cuyo Ejército está avanzando lentamente sobre el terreno a costa de cuantiosas pérdidas humanas, se halla en una situación económica particularmente delicada. «El Kremlin viene a Alaska con una economía severamente debilitada», constata en su último informe el Instituto para los Estudios de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés). Los ingresos por las exportaciones de petróleo se han reducido de forma importante y próximamente el país afrontará su déficit presupuestario más importante de los últimos 30 años, recuerda el ISW citando a Bloomberg. «Ello concede a la Administración Trump una palanca de presión importante» frente a Moscú, concluye la misma fuente.
Durante los prolegómenos del encuentro, se han registrado muestras de solidaridad de los norteamericanos con Ucrania. Cientos de personas salieron a la calle en Anchorage portando banderas amarillas y azules en apoyo del país atacado, y demandando que no sea entregado al invasor ruso.
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