Sucedió al filo de las 11.00 de la mañana en Alaska, nueve de la noche en España. El Air Force One que transportaba al presidente de EEUU Donald Trump aterrizaba en la base Elmendorf-Richardson, en las proximidades de Anchorage, una media hora antes que lo hiciera el Iliushin Il-96 presidencial que traía a su homólogo ruso Vladímir Putin desde el país vecino, escoltado en el último tramo del vuelo por dos cazas F-35. Ya sobre las pistas, entre el estruendo provocado por el sobrevuelo de más aviones de combate y hasta un bombardero B-2, ambos mandatarios se estrecharon la mano, se subieron a un podio presidido por las letras Alaska 2025 e intercambiaron palabras y hasta sonrisas, en una evidente atmósfera de complicidad, antes de introducirse juntos en la limusina presidencial, apodada ‘la Bestia’. Incluso se pudo ver al magnate neoyorquino aplaudiendo a su huésped en el momento en el que se acercaba a él.
Trump había advertido que tardaría «dos minutos» en comprender si su interlocutor no venía con intenciones genuinas de llegar a un acuerdo, amenazando con abandonar la cumbre si ello sucedía. A tenor de lo visto en los primeros minutos de este encuentro, semejante posibilidad ha quedado por completo descartada. Asimismo, el gesto de viajar juntos en el mismo vehículo al escenario de las conversaciones, inusual entre los líderes de dos potencias supuestamente rivales, neutraliza algunas de las decisiones de última hora tomadas por ambas delegaciones. Poco antes de iniciarse la jornada, se anunció que ambos presidentes no celebrarían la reunión bilateral a solas, y que Trump estaría acompañado en ese trance por su secretario de Estado, Marco Rubio, y por Steven Witkoff, enviado especial de Trump. «La reunión a solas está teniendo lugar ante nuestros propios ojos», exclamaba sorprendida una periodista de la CNN.
Instantes después, ya en una de las salas de la base militar, los dos presidentes posaron para los reporteros gráficos sin admitir preguntas, sentados en sillas y en un decorado que estaba presidido por la frase: «persiguiendo la paz». En el momento en el que los ayudantes de Trump quisieron poner fin a la sesión fotográfica, un aluvión de preguntas de los periodistas sobre Putin. «¿Va a declarar un alto el fuego?; ¿cómo sería posible confiar en usted?», fueron algunas de las cuestiones, entre gritos, mientras los organizadores se afanaban en acallar a los reporteros: «¡vámonos, vámonos!; ¡gracias prensa!», exclamaban. La precipitación con la que se ha convocado la cumbre, y la disposición de Trump a recibir al presidente ruso en territorio estadounidense, rompiendo el aislamiento internacional y pese a la ausencia de concesiones por parte de Moscú, han suscitado críticas entre algunos miembros del entorno de Trump durante su primera presidencia. «Esto no tiene precedentes», lamentó John Bolton, exconsejero de seguridad nacional del actual líder de la Casa Blanca.
Siete horas de cumbre
La cumbre se prolongará entre seis y siete horas. Además de la reunión bilateral, que tuvo una duracion de tres horas, se celebrará un encuentro entre las delegaciones de ambos países, en formato de almuerzo de trabajo, para acabar el evento con una rueda de prensa conjunta, aunque Trump no ha descartado que comparezca ante los reporteros a solas si el evento no ha seguido el curso que esperaba. Putin trae consigo una nutrida representación de su equipo económico, incluyendo al ministro de Finanzas, Antón Siluanov y al presidente del Fondo de Inversión Directa, Kirill Dmitriev. A Trump le acompañan sus secretarios de Comercio y Tesoro, Howard Lutnick y Scott Bessent. Muchos observadores han advertido que el Kremlin intentará alejar el foco de las conversaciones de la guerra de Ucrania, y centrarlo en las perspectivas de la cooperación económica entre ambos países.
Todo apunta a que Rusia, cuyo Ejército está avanzando lentamente sobre el terreno a costa de cuantiosas pérdidas humanas, se halla en una situación económica particularmente delicada. «El Kremlin viene a Alaska con una economía severamente debilitada», constata en su último informe el Instituto para los Estudios de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés). Los ingresos por las exportaciones de petróleo se han reducido de forma importante y próximamente el país afrontará su déficit presupuestario más importante de los últimos 30 años, recuerda el ISW citando a Bloomberg. «Ello concede a la Administración Trump una palanca de presión importante» frente a Moscú, concluye la misma fuente.
Durante los prolegómenos del encuentro, se han registrado muestras de solidaridad de los norteamericanos con Ucrania. Cientos de personas salieron a la calle en Anchorage portando banderas amarillas y azules en apoyo del país eslavo atacado, y demandando que no sea atacado.
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