Con el inicio de un nuevo proyecto, Ismael Naïm, presidente del Econy Gran Canaria de baloncesto en silla de ruedas (BSR), hizo balance del curso anterior en una entrevista a este medio, tildando el periplo de Octavio González, entrenador del club insular desde el comienzo de la campaña anterior hasta el mes de febrero, de «fallido» y alegó que la experiencia resultó «mala». El dirigente acusaba al preparador de querer «jugadores consagrados», apuntando esta circunstancia como uno de los males de los preparadores canarios. Además, esgrimió que la entidad debía dejarse de «experimentos para traer un buen entrenador», ya que según relató la temporada pasada armó un «buen equipo» y echó en falta un técnico «con recursos que pudiese explotar al máximo la plantilla que habíamos formado».
Ante esas declaraciones, Octavio González ha querido responder al máximo directivo del club amarillo y contar su versión de los hechos. Para empezar, expone que su falta de conocimientos de BSR era algo que el propio Econy sabía: «Antes de firmar lo primero que les dije es que no tenía ni idea de BSR y ellos me comentaron que no debía de preocuparme por eso, porque iba a tener tiempo de ponerme al día. Yo no engañé a nadie», relataba el preparador isleño.
Esas horas de estudio, sin embargo, no eran suficientes. Octavio González solicitó una serie de condiciones que le ayudasen a estar más preparado porque, tal como resumía, es en la cancha donde «se puede ver realmente cómo es el BSR». «Por mucho que estudies, hasta que no estás en partido no lo percibes todo; pedí empezar la pretemporada antes, quería hacer más viajes para jugar amistosos y fue imposible», explicaba el técnico.
Con ese escenario, el entrenador isleño destaca que nunca sintió «confianza» por parte de Ismael Naïm, algo que justifica rememorando un episodio durante el único partido de preparación que disputaron: «Hicimos un viaje de pretemporada horrible y encima no estaba toda la plantilla. Al final del tercer cuarto íbamos ganando, en el último hice cambios para probar cosas, porque no jugaríamos más amistosos, y acabamos perdiendo. Tras el final del choque, el presidente me dijo que no estaba contento conmigo cuando solo llevaba 15 días con el equipo. Incluso, se comportó como si hubiésemos perdido después de ganar el tercer partido de Liga de paliza».
Además, uno de los aspectos que considera clave González en su marcha del club fue la salida del director deportivo, Andrés Padrón, ya que ese punto de inflexión no tuvo retorno. «Andrés fue el que me fichó y el que hizo un poco de muro de contención con ellos. Cuando se marchó, por discrepancias con la directiva, todo fue a peor. Hay personas en el club que tienen mucho afán de protagonismo. Hasta que Andrés estuvo, que es el arquitecto de todo e hizo un gran trabajo, el equipo iba bien, estábamos ganando y hasta los rivales nos felicitaban por lo bien que jugábamos».
En cuanto al tema del plantel, el preparador hace referencia a su apuesta por los jugadores de la tierra, remarcando que los «canarios que estaban conmigo habían jugado más en cuatro partidos que en todo el curso anterior», añadiendo que nunca interfirió en nada salvo para evitar la marcha de Kady Dandeneau: «Ella estaba pensando en irse, y estamos hablando de la mejor jugadora del mundo. Hablé con ella y se quedó. De resto, no hice la plantilla, no organicé la pretemporada, no aceptaron mis sugerencias para que los viajes fueran más amables… Te dicen que van a fichar, pero luego no fichan; no fui el culpable de todo en el Econy».
Por último, González deja claro que en los meses que entrenó al equipo amarillo se dio cuenta de que no es un club profesional: «He estado 40 años entrenando en las Islas y en la Península. Creía que iba a un sitio profesional y, desde mi punto de vista, no me encontré con eso, ni a nivel organizativo ni a nivel estructural. No me parece que sea un club profesional. Cualquier cosa a cambiar para mejorar era visto como un problema».
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