El escritor Lorenzo Silva (Madrid, 1966) protagoniza esta semana un nuevo episodio de ‘Libros y Cosas’, el videopodcast del suplemento ‘ABRIL’ de Prensa Ibérica, que puede verse en todas las páginas web de los periódicos del grupo y en Spotify. El creador de los célebres Bevilacqua y Chamorro acude a la charla con Inés Martín Rodrigo y Álex Sàlmon con su última novela bajo el brazo, ‘Las fuerzas contrarias’, la decimocuarta de la serie protagonizada por el subteniente y la brigada de la Guardia Civil, que en esta historia tendrán que enfrentarse a uno de los mayores retos de su carrera: el esclarecimiento simultáneo de dos muertes durante la pandemia.
“Yo tengo un problema, y es que mi vida no es demasiado interesante. Yo tuve una infancia razonablemente feliz, un padre y una madre que me cuidaron y a los que he podido admirar siempre. No tengo esas grietas que hacen que las existencias humanas sean interesantes, entonces he tenido que fijarme en las otras”, comienza diciendo el autor, que está convencido de que “hay historias que uno debe contar”. “Siempre he tenido esa curiosidad por las vidas que son más interesantes que la mía, que son prácticamente todas”, resume sobre su carrera literaria, que empezó hace ya 30 años.
‘Las fuerzas contrarias’ está escrita, según Silva, “desde la conciencia de que, cuando estoy redactándola, prácticamente se cumplen tres décadas desde mi primer encuentro con estos personajes, hasta tal punto que en algunos pasajes Chamorro recuerda ese primer trabajo que hacen junto y cómo empezó esa relación”. El escritor, en aquel primer libro, puso de manifiesto la realidad de que entonces, mediados de los 90, las mujeres eran unas recién llegadas a la Guardia Civil, unas advenedizas. “Son muchos libros, son muchos años, quizá demasiados”, reflexiona, aunque confiesa que tiene tres más en la cabeza (dos de esos libros transcurrirán fuera de España, según adelanta en el videopodcast), para tranquilidad de los más de dos millones y medio de lectores de una saga que concibió como “una novela en marcha, con un personaje que va madurando”.
Antes de dedicarse sólo a la literatura, Silva tuvo que compatibilizarla con la abogacía y procuraba que los muchos textos que tenía que escribir “no fueran como los del juez Peinado, tenía mucha autoexigencia y eso me lo aplico como autor literario”. Silva escribe mucho en la cabeza, trabaja años en cada novela y es “muy obsesivo” con lo que es el texto, pues defiende que “el escritor es sólo el texto, nada más”, por eso “no hay página de una novela mía que no haya leído 50 o 60 veces”.
Lorenzo Silva, en el podcast ‘Libros y Cosas’.
Con respecto a la evolución de la serie de Bevilacqua y Chamorro, Sàlmon considera que, de alguna manera, refleja la historia reciente de España: ETA, Afganistán, el mundo de la tecnología, el coronavirus… “Eso viene de la curiosidad y de una cierta aspiración de relevancia. Una novela funciona en la medida en que esté bien escrita, pero siempre se puede hacer algo más, que tenga una relación con la realidad, que entre en las cuestiones relevantes”, lo cual es comprometido y peligroso, “y suele traer a veces consecuencias contraproducentes”. “Después de 30 años haciéndolo, no sólo he aprendido a aceptar esas consecuencias, sino que me parece que es por donde uno debe ir. Mis personajes trabajan en la realidad española, yo los he metido en todo, mi personaje tiene su escuela de formación policial en la lucha antiterrorista, que es probablemente la historia más relevante del último medio siglo en España y que muchos quieren evitar o sólo acercarse desde dimensiones parciales para no molestar mucho”.
En la parte final de la conversación, Martín Rodrigo pregunta a Silva sobre cómo pasa de una historia a otra. “Yo no puedo dejar de trabajar en las historias que están en mi cabeza y que muchas veces me acompañan durante bastante tiempo”, explica Silva, que ante la consideración de Sàlmon de que ha humanizado, con sus libros, con sus historias, a la Guardia Civil, remata: “Básicamente, a ETA, aunque otros se quieran arrogar el mérito, quien la neutralizó policialmente fue la Guardia Civil y cuando yo he contado esa historia no he dejado de contar los pasajes oscuros, torpes e incluso a veces catastróficos que hay en esa lucha. Más que humanizarlos, que siempre fueron humanos, los he tratado como seres normales y me he encontrado una gratitud a veces tan sobrecogedora que no sé qué decir”.