Ocho años de Gobierno dan para mucho y más en un momento histórico en lo que lo anunciado hoy ya es pasado en un par de días. En sus dos legislaturas siendo la cara visible del Pignatelli, Javier Lambán logró transformar toda la comunidad en busca de una apertura nacional e internacional, impulsada por la localización geográfica y con reflejo en la macroeconomía.
También en el día a día de la gente, con mejoras sustanciales de los servicios sociales, pero con las lagunas que todo político acumula en su historial. Lejos de la economía y de los servicios, que capitalizan el grueso de la política, Lambán protagonizó otros papeles gestores que lo colocaron en el mapa y le apoyaron en la singular transformación aragonesa en la que colaboraron CHA, Podemos y el PAR.
Antes de abandonar en agosto de 2023 la presidencia del Gobierno de Aragón, momento en el que el popular Jorge Azcón hizo realidad su victoria en las urnas, la mirada al pasado le devolvió a Lambán una mejor comunidad. Internacionalmente, el espejo aragonés mostraba una comunidad con más impacto internacional, núcleo capital de la logística del sur de Europa y espacio atractivo para que las empresas más pujantes de la economía occidental viesen entre los Pirineos y Javalambre un lugar para crecer. Amazon, Inditex y decenas de centros de datos demuestran la apertura aragonesa a una nueva economía tecnológica.
El socialista encontró en 2015, recién aterrizado en el Pignatelli, la engorrosa tarea de recuperar unos servicios públicos destrozados por las políticas de recortes de su predecesora, Luisa Fernanda Rudi, que asumió el mando de la comunidad en los momentos más duros tras la crisis financiera de 2008. Tarea compleja, realizada poco a poco, que vio su freno con la pandemia del coronavirus. Allí, ante otras crisis sanitaria con gravísimo impacto también económico, el líder socialista apostó por otro modelo de recuperación, como en toda Europa. Se sucedieron los acuerdos con todos los agentes sociales, se buscó la concordia con el rival político y se acuñó la expresión de «no dejar a nadie atrás» que el socialismo español se arrogó como mantra salvador.
En el segundo tramo al frente de la DGA, la relación con el resto de los territorios influyó intensamente en las decisiones ejecutivas de Lambán. Lo fue la financiación autonómica, eterno debate que en Aragón siempre exige lo máximo a sus representantes; y una complicada relación con Cataluña. Por un lado, por la recuperación de los bienes de Sijena, y por otro, con un Pirineo que no será sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. Tampoco fue capaz de apuntalar ese proyecto que era la unión de estaciones y en el que confiaba para reverdecer el futuro del turismo de montaña.
Y en el corazón de su mandato siempre estuvo presente su preocupación por la vertebración de un territorio amplio y despoblado. El Pacto del Agua y las infraestructuras para el regadío fueron claves para tratar de fijar población. Y también un mensaje de orgullo aragonesista con el que trató de dejar una marca diferencial en el debate sobre la gobernabilidad de España.
El gran despegue logístico
Hay un Aragón antes y después de convertirse en el nodo logístico del sur de Europa. Hoy, el sector es uno de los principales aportes económicos de una comunidad que está en los apuntes de todos los gigantes tecnológicos que necesitan sede en el continente. Los centros de datos, con AWS o Microsoft, son parte de una obra iniciada por Lambán y que deberán continuar el resto de los Gobiernos. También en transporte físico, como los grandes almacenes de Inditex, son parte del éxito tecnológico que atraviesa Aragón.
La recuperación social y la pandemia
La llegada de Lambán al Gobierno de Aragón en 2015 se cimentó en un proyecto político que quería revertir los recortes y el cinturón ajustado que el PP aplicó a la comunidad durante una legislatura. El socialista se centró en la recuperación de los servicios sociales. Una tarea que tuvo que hacer cinco años después, a mediados de 2020, con la gestión de la pandemia del coronavirus y la posterior vuelta a la normalidad. Lambán, y su Gobierno, exhibieron entonces de nuevo ese perfil de pactos, buscando colaboración en los agentes sociales para plantear un camino conjunto.
La lucha por los bienes de Sijena
El enfrentamiento constante con Cataluña, fijación casi personal del presidente, le llevó a bajar a la arena patrimonial. Javier Lambán fue el jefe del Ejecutivo autonómico que logró recuperar parte de los bienes de Sijena, tanto del MNAC como del Museo de Lérida, Guardia Civil mediante en el segundo caso. El pleito judicial se extendió durante aún más tiempo y colea en la actualidad: Azcón y su Gobierno pondrán la guinda a un pastel al que Lambán puso muchas capas. Su Gobierno de ragón fue también el que empezó a recuperar el Monasterio de Sijena, para que este pudiera albergar los bienes en su regreso.
El debate por el futuro del Pirineo
La apuesta del Gobierno de Aragón por el Pirineo no se negoció en los tiempos de Lambán. Dos hitos, quizá dos derrotas, marcaron las acciones del socialista en el norte de la comunidad. En primer lugar, los fallidos Juegos Olímpicos de Invierno con Cataluña de los que Aragón se fue por la injusticia que el COE y la comunidad autónoma pretendían perpetrar, relegando a Aragón a un segundo plano. La segunda, la unión de estaciones, el broche negativo a su segundo mandato en el Pignatelli, con una manifestación masiva de rechazo y un Ejecutivo resquebrajado a semanas de los comicios.
El potencial de las energías renovables
Javier Lambán supo ver que el sol y el viento no eran un castigo para Aragón. Fomentó una apuesta sin precedentes por las energías renovables que llevó a la comunidad a liderar el sector a escala nacional. Ahí, en la producción de energía verde y barata, está el germen de la catarata de inversiones que ha recibido la comunidad aragonesa en los últimos años. Sin embargo, el despliegue sin precedentes motivó acusaciones de trato de favor para obtener los trámites ambientales, lo que terminó en una comisión de investigación en las Cortes que no halló irregularidades y estuvo repleta de generalidades.
A vueltas con la financiación
El eterno retorno de los presidentes aragoneses. Lambán no pudo escapar del debate del reparto de los fondos entre las comunidades. El socialista defendió siempre su buena sintonía con comunidades como Galicia o Asturias, que comparten necesidades con Aragón. Lambán participó activamente en el Acuerdo de Santiago y logró que de las Cortes emanase un texto consensuado en el que se reflejaban las principales necesidades de la comunidad. Despoblación, territorio y envejecimiento siguen siendo las apuestas capitales del territorio.
La dura relación con Cataluña
En su complicada segunda legislatura, a finales, Lambán defendió que había que “aragonesizar” España. Una defensa de la comunidad a nivel nacional que también quiso hacer en su partido. En los últimos tiempos, reivindicó el papel de las autonomías, a las que exigió ser las causantes de los cambios más importantes del futuro nacional. Por ello, su enfrentamiento con Cataluña y el independentismo fue feroz. El barón socialista que más rechazó las exigencias independentistas y el que reclamó el mismo papel en la configuración de España para Aragón. Un éxito a medias, visto lo visto.
Una figura en busca de grandes pactos
Defensor de que Aragón se había erigido como tierra de pactos y consensos, Lambán encontró en el diálogo con agentes sociales y otras fuerzas políticas la sólida base con la que llevar a cabo su acción de Gobierno. La alianza que le faltó dentro del PSOE sí la logró fuera de las fronteras del puño y la rosa. El Pacto de Santiago por la financiación autonómica, las medidas de la recuperación a la salida de la pandemia o la complicada conformación de un cuatripartito junto al PAR, Podemos y Chunta Aragonesista, después de un primer Ejecutivo solo con los aragonesistas, fue definido como «la locura razonada» por el propio Lambán.
La vertebración que pasa por el regadío
El primer mandato de Javier Lambán en el Gobierno de Aragón dejó su huella en una consejería inédita de Vertebración del Territorio que, aunque estuvo en manos de CHA, le permitió desplegar algunas de sus ideas sobre la modernización y trascendencia del medio rural. Para el socialista fue vital el impulso a las modernizaciones de riego y reclamó «con uñas y dientes» la vigencia del Pacto del Agua como motor de desarrollo. En su concepción territorial, transformar los secanos en regadíos no era una antigualla, pues siempre defendió que eran una herramienta para combatir la despoblación y que permiten crear ecosistemas que reducen el cambio climático.
El aragonesismo y su encaje en España
La reflexión sobre la posición aragonesa en la política española caló hondo en la primera legislatura del socialista. Siempre con una mirada puesta en la historia, Lambán trató de participar en una gobernanza estatal trazando una hoja de ruta basada en la tradición política de la comunidad al entender que es «la sustancia moral imprescindible del presente». Y en ese contexto se organizaron algunas de las grandes exposiciones y proyectos culturales de su mandato. Así, se sacó adelante una gran ruta de panteones reales y se llevó el legado a los antiguos territorios de la Corona de Aragón a Palermo .