Pocas veces los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil se habían enfrentado a una organización con una voluntad y recursos tan claros para hacerles frente. Los investigadores creen que la banda de Milosevic contaba con la colaboración de Faustino Nogales, exjefe del Grupo II de Estupefacientes, pero además de las grabaciones realizadas a los miembros de la organización se desprende que se plantearon la posibilidad de comprar o extorsionar a otros agentes, hicieron pesquisas en la prisión para localizar a un confidente de la Policía y «pegarle una paliza», e incluso llegaron a colocar balizas de seguimiento en los coches de los responsables de la investigación para seguir sus pasos.
El dinero no era problema. De hecho, en uno de los registros realizados esta semana en un trastero, los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional encontraron 1.261.200 euros en efectivo, producto al parecer de la venta de droga. A ello hay que añadir otras cantidades decomisadas en distintos domicilios, hasta alcanzar la suma total de 1.409.000 euros.
De las pesquisas de la Policía y la Guardia Civil se desprende que los narcos habrían desplegado toda una estrategia para hacer frente a los investigadores. El grupo de Milosevic presuntamente colocó balizas de geolocalización en vehículos de la Policía Nacional, con el objetivo de detectar si les estaban vigilando. También realizaron gestiones para averiguar los titulares de una matrícula de un coche Milojevic sospechaba que le estaba siguiendo.
Stefan Milojevic mantenía contactos con el inspector de Policía Faustino Nogales para saber si estaba siendo objeto de una investigación. En una ocasión llaman a Nogales para decirle que han descubierto una baliza en un coche de Milojevic y le preguntan si él sabe algo de eso. Durante las semanas siguientes los sospechosos hicieron que mecánicos revisaran sus vehículos en busca de estos dispositivos de seguimiento.
Además, los investigados celebraron que uno de los presuntos miembros de la banda hubiera entrado a trabajar en la Policía del Puerto, que le llegó a enviar a Milojevic fotografías del interior de la comisaría. Celebran en tono de broma que a partir de entonces van a tener un vigilante en el puerto.
En otra conversacion el principal sospechoso le relata a uno de sus colaboradores que ha hablado con Nogales y le ha preguntado si hay algún agente al que podrían comprar. Añade que le ha dicho que podrían pagar lo que quisieran. En estas conversaciones llegan a comentar la posibilidad de tantear a un agente de la Guardia Civil que participa en la investigación. Si no le pueden comprar, dicen, igual podrían extorsionarle.
No son las únicas medidas frente a la investigación que toman. Los presuntos narcotraficantes sospechan que tienen un «topo» en la banda, alguien que estaría facilitando información a los investigadores. En una conversación con el abogado Márquez, Milojevic sugiere la posibilidad de pegarle una paliza.
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