En la cuarta y última corrida de toros de la feria de Huesca, con otro lleno absoluto en los tendidos y un calor sofocante se lidió un encierro de la ganadería salmantina de El Pilar.
Parece mentira que el torero que más fuerza tiene del escalafón–junto con Morante- termine lidiando la corrida con más trapío y más seriedad de toda la feria. Hay que joderse. Nada que ver con las gatadas que se han arrastrado en días precedentes y que deberían figurar fuera de catálogo en el coso de Huesca, que recordemos es una señora capital de provincia. Hasta la cuadra de caballos vistió equinos más potentes y veteranos en vez de los estilizados, casi de salto, que han picado en días anteriores.
El sexto toro, sin ir más lejos, Renacuajo –reata contrastada- fue el más serio de la feria y desde luego uno de los merecedores de figurar en lugar destacado en el cuadro de honor. Le cupo en suerte al torero-enigma Tomás Rufo, uno de los de mayor porcentaje de puertas grandes conseguidas pero que está relegado a ir de postre en carteles para los que es la séptima u octava llamada que hace el empresario.
Cartesiano y académico
La cosa es que Rufo, cartesiano y académico a más no poder, aplica el catón con el mayor rigor y autoexigencia, practica un toreo técnicamente impecable pero falto de arrebato, de sentimiento y aunque se ve capaz y resolutivo no te da motivos para vender el colchón y seguirlo por las plazas de lo que queda de España. Y sí, va a disputarse numéricamente la feria con Clemente. O sea.
Entre tanto, Andrés Roca Rey, salvó el pellejo al ser volteado, viajando de pitón a pitón, zarandeado por ese quinto toro mientras estaba ya en los últimos compases de la faena. La voltereta fue espectacular pero sin consecuencias igual que el topetazo frontal al entrar a matar, espeluznante. Todo el conjunto hizo drama que propició definitivamente la petición.
Antes había trazado progresivamente las series cediendo pasos o acortándolos mientras toreaba en redondo para ir educando una embestida viva y a borbotones hasta que, como siempre, todo acabó con el torero entre los pitones. La sugestión puso en manos del peruano una oreja. Y otra más del referido quinto.
Casi tres horas
El evento, que duró la friolera (perdón por el contradiós) de tres horas tuvo además un reconocimiento por parte de las peñas al comenzar el lío para el mejicano Joselito Adame, quien afirma que se retiraba del toreo. Ni en su Aguascalientes natal le darán tanto calor como ayer en Huesca. Se fue de vacío tras un trasteo insuficiente al que abrió plaza, un toro bruto que derribó al caballo, hiriéndolo, pero luego se vino a menos. Hubo tablas y poca historia que contar. Lo mismo que el del adiós, con el que no se dio coba a pesar de las inexploradas posibilidades que prometía el toro. Y con una bandera mejicana en una mano y en la otra la enseña del Reino de España hizo foto para los anales. Don José Guadalupe Adame.
La ficha
Toros de El Pilar. Joselito Adame, en su despedida de los ruedos, silencio tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso; Roca Rey, oreja tras aviso y oreja; y Tomás Rufo, oreja y dos orejas. Entrada: Lleno de ‘No hay billetes’. Sergio Blasco y Fernando Sánchez se desmonteraron tras banderillear al tercero.