El filósofo cordobés José Carlos Ruiz intervenía de la mano de María León hace unos meses en el podcast Referencers, donde hacía una reivindicación de la sencillez como fuente de equilibrio en estos tiempos de “hiperacción”. Durante casi una hora de conversación, Ruiz abordaba distintos aspectos de la vida contemporánea, pero una de las partes más destacadas llegaba cuando, partiendo de la idea aristotélica de felicidad, planteaba varias cuestiones que invitan a la reflexión.
“Felicidad más grande o alegría más grande que darse cuenta de que uno mejora”, decía, para explicar que Aristóteles ya hablaba del desarrollo de las potencialidades del ser humano: “Tú tienes unos potenciales, eres consciente de ellos, a medida que vas desarrollándolo tomas conciencia de que el desarrollo del potencial te da ese proceso de felicidad”.
A partir de ahí Ruiz introduce un matiz que, según él, se nos olvida muchas veces: la felicidad no es sólo una proyección hacia el futuro. Recuperaba una frase atribuida a San Agustín (aunque reconoció que no la ha encontrado en sus textos originales): “La felicidad pasa por seguir deseando lo que uno ya tiene”. Lo explicaba así: “Implica que das por satisfecho ese proceso vital y empiezas a proyectar el deseo hacia el futuro… pero si no activas el deseo en el presente hacia algo que adquiriste en el pasado, ese algo se va desprendiendo de ti”.
Para ilustrar la idea hablaba de las relaciones personales: “Cuando tú tienes una amistad y la das por amortizada, la amistad se va desprendiendo de ti. Si tienes un amor y no cultivas ese amor, se va desprendiendo de ti”. De ahí que, para él, la gran dificultad de la felicidad pase por “activar el deseo en el presente hacia lo que ya tenemos, convertirlo en presente constante”.
En otro momento de la charla, Ruiz citaba una reflexión de Adam Smith que le parece clave para entender el bienestar emocional: “No hay nada peor que ser odiado y saber que lo mereces… pero no hay nada mejor en este mundo que ser amado y saber que lo mereces”.
La conversación derivaba también hacia un terreno más crítico. Recordaba que Bertrand Russell, en La conquista de la felicidad, señalaba que “la principal causa de infelicidad del ser humano es la envidia”. Una trampa que, en tiempos de redes sociales, se agrava por la comparación constante con lo que hacen y tienen otros. Para Ruiz la salida a esa insatisfacción está en “enfocarse en mejorar uno, en la circunstancia que le ha tocado vivir” en vez de mirar continuamente al de al lado.