La costa de Arucas es un oasis para los amantes de paz, tranquilidad y desconexión. Una playa de arena, las piscinas naturales de Los Charcones, establecimientos para tomar algo y, por si fuera poco, una pequeña biblioteca para los amantes de la lectura, conforman el paseo marítimo del Puertillo que, en escasos metros, reúne todo lo necesario para pasar un increíble día de verano.
El calor aún aprieta en la Isla y, aunque cada vez las temperaturas descienden más, el mar que envuelve al municipio se convirtió este martes en la vía de escapa para sobrevivir al bochorno. Neveras, comida fresca y alguna que otra sombrilla decoraba el lugar. El sol era inexistente pero, para los bañistas, las nubes eran un «auténtico regalo y lo que más necesitaban con estas temperaturas».
María Teresa Ruiz disfruta junto a un grupo de aproximadamente 20 amigas de la playa del Puertillo. «Las viejitas no caminan bien por las piedras pero, sin embargo, por la arena da gusto», explica entre risas. Por este motivo, ella no suele frecuentar la zona de Los Charcones. Entre todas traen sombrillas, sillas, mucha comida y también juegos de mesa.
Costa de Bañaderos en Arucas (12/08/25) / José Pérez Curbelo / LPR
«Ahora estamos jugando a la baraja para pasar el rato juntas». No siempre van los mismos días a la playa porque «en esta época de la vida las abuelas tienen que ir al médico». Es por esto que, de una semana para otra, se ponen de acuerdo y guardan un día para sus excursiones a la costa. «Así nos aseguramos de que ninguna de nosotras tenga que ir ese día al hospital».
Fácil aparcamiento
Son todas de una zona diferente de la capital y, aunque el martes el destino de las amigas fue la playa del Puertillo, en otras ocasiones van a otra zona costera de la Isla. Vienen todas en coche porque traen «la casa a cuestas» para aguantar las máximas horas posibles en el lugar. «Si un día llegas y no hay aparcamiento es, casi seguro, porque estamos todas nosotras aquí», bromea Ruiz.
Ellas, aunque tienen muy cerca de sus viviendas la playa de Las Canteras, prefieren desplazarse unos cuantos kilómetros más e ir a lo seguro. «Tenemos siempre aparcamiento, también hueco en la arena y, encima, no hay piedras», concluye. El calor, entre las carcajadas del increíble grupo de amigas, era totalmente insignificante.

Costa de Bañaderos en Arucas (12/08/25) / José Pérez Curbelo / LPR
Toñi Acosta ha madrugado para ir a la piscina municipal de Arucas a nadar. Después, ha vuelto a su casa y ha cogido la silla de la playa, su bolso y su libro que son, desde siempre, sus esenciales para pasar un día en las piscinas de Los Charcones.
Aunque a las 10:30 horas aún no había mucha gente por la zona, ella ha puesto sus objetos en el medio del solárium. «Me pongo aquí porque luego todo el mundo se empieza a apelotonar en la parte de alante y me agobio», argumenta. Ella es de Arucas y, aunque esta no es su playa favorita, le queda bastante cerca.
«Lo que me gusta es que puedo bañarme e irme a mi casa sin arena», recalca. Ella es de las pocas personas que no siente agobio por las altas temperaturas que han azotado la Isla durante estos días. El martes, el termómetro rozó los 30 grados en el municipio pero, para Acosta, eso «no es nada». «Yo siempre digo que soy como un chicle, que voy adaptándome un poco a todo», bromea.
«Ahora mismo el calor lo estoy llevando de lujo», insiste José Antonio López. Es de la capital también y, junto a su mujer y una amiga, ha puesto rumbo hacia el norte para refrescarse y huir del calor que hace en la ciudad. «Es que a veces, tardamos más yendo a la playa de Las Canteras y buscando aparcamiento que viniendo hasta aquí», subraya Lidia Navarro, su mujer.
Ellos, cuando está el tiempo nublado en la zona, suelen ir a alguna de las playas del sur pero, con la sensación de bochorno que ha sacudido en últimos días a los canariones agradecen que, en Los Charcones, reine la mítica «panza de burro».
«Al menos, así hace algo más de fresco», acentúa Navarro. Aunque las amigas han decidido comprar una empanadilla y unas cuantas cosas más fresquitas en el supermercado, López ha madrugado para hacerse unas papas sancochadas, un huevo duro y unos filetes al ajillo. «Eso nunca puede faltar», aclara.
Su mujer no «aguanta más» este calor. «Estoy todo el día con el ventilador y con el abanico, y, al paso al que voy, estoy ejercitando la mano porque muchas veces me duermo zarandeando el abanico de un lado hacia otro», machaca. Aunque hace unos años compró un ventilador pingüino, no le da prácticamente uso. «Es que me da miedo coger catarro, así que aunque hace demasiado calor, prefiero venir a la playa».
Resfriado por el aire
Javier Pérez es de Firgas y, junto a dos amigos más, ha decidido cruzar el municipio y acercarse a las piscinas a darse un baño. Está afónico y prácticamente no puede hablar. «Es que creo que me he pasado con tanto aire acondicionado», recapacita. Es la segunda vez que frecuenta la zona. «No suelo venir mucho pero es que hace tanto calor que no queda de otra», reconoce.
No teme resfriarse y le da igual que el agua del mar está fría. «Me tengo que bañar sí o sí, es que no hay otra forma de sobrellevar esto», lamenta. A ninguno de los tres le gusta la arena y, en cambio, les fascina jugar al balón. «Por eso nos ponemos en Los Charcones porque, por un lado, no hay nada de arena y, por otro, cuando no hay mucha gente nos podemos echar algunos pases con la pelota», finaliza.
«En el Lomo los Frailes no hay quien esté», recalcó Loly Gutierrez, una de las vecinas del barrio que disfruta por primera vez de las piscinas del Puertillo. No las conocía y gracias a Begoña Pérez, una de sus amigas, ha puesto rumbo hacia el norte de la Isla para escabullirse del sofoco que hace en el interior de su vivienda. «Aquí, al menos, disfruto un poco más de lo que queda de verano». Portan bastantes suministros para aguantar todo el día. «Hasta casi por la noche no nos iremos», reconoce.
Así, la costa de Arucas sigue siendo un lugar ideal para escapar del calor y pasar el día con tranquilidad, sin complicaciones y, en ocasiones, sin mucho sol.
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